A dos años de la tragedia forestal
Pocos avances ha tenido la investigación del incendio forestal en el que murieron siete brigadistas forestales en Carahue.
Cuando despuntaban los primeros días de enero del año pasado, la tragedia de Vilcún que costó la vida al matrimonio Luchsinger-Mackay impidió recordar como se debía el primer aniversario de otra tragedia, también ocurrida a inicios de año, pero del 2012. El 5 de enero de ese año, siete brigadistas forestales que prestaban servicios para una empresa contratista de Forestal Mininco murieron atrapados en un incendio forestal que arrasaba con el sector Casa Piedra de Carahue, hecho que conmocionó al país y que motivó la inmediata visita a la Región del entonces ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, quien sin dudarlo aseguró, apenas conocido el hecho, que se trataba de un atentado de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM).
Este domingo se cumplieron dos años de este suceso que puso en tela de juicio el contexto de seguridad en que se desenvuelven los brigadistas forestales, y a pesar de la investigación que lleva adelante el Ministerio Público, a la fecha no existen avances visibles, al menos públicamente, que permitan determinar si este incendio efectivamente obedeció a un atentado, o si bien hubo aquí responsabilidades humanas de quienes tenían a su cargo la protección de trabajadores que se desempeñaban en un ambiente de alto riesgo.
Si bien la empresa llegó a acuerdos reparatorios con parte de las familias víctimas, es indispensable que se conozcan con claridad las causas del incendio de Casa Piedra, que para muchos tuvo carácter intencional, y además cuáles eran las condiciones en que estaban trabajando los brigadistas, tanto para efectos del hacer justicia como también para evitar futuros escenarios que puedan conducir a circunstancias como las que quitaron la vida a los siete combatientes. La gran ocurrencia de siniestros forestales en estos instantes en el centro y sur del país constituye una razón más poderosa como para haber sacado lecciones de lo que sucedió en Carahue.
Lo más importante, no obstante, es que la Fiscalía actúe con diligencia y prontitud en este caso. Dos años es un tiempo en el que ya debería haber novedades para un caso de tan extrema gravedad.