La esperanza y el dolor tras 4 años de la catástrofe del 27 de febrero
Karin Antilef
cuatro años han pasado desde que a las 3.34 horas de un 27 de febrero como hoy, el país se remeció con el terremoto de magnitud 8.8 y posterior tsunami que azotó la zona centro sur, cambiando la vida de cientos de personas que perdieron a sus seres queridos por el movimiento telúrico considerado como el segundo más fuerte en la historia de Chile y el sexto más potente registrado por la humanidad.
Tras años de intensa pena, la familia compuesta por Hans von Jentschyk y Gisela Vergara ha aprendido a vivir con el dolor que provoca no tener a su hijo con ellos. Erick era un joven ingeniero forestal de 25 años, que - junto a su polola, Carla Mellado Valdebenito- perdió la vida en Isla Mocha, provincia de Arauco, lugar donde ambos se encontraban porque él iniciaría un proyecto comunitario, movido por su incansable espíritu social.
La joven de 22 años, estudiante de Recursos Naturales de la Universidad de La Frontera figura como una de los 46 desaparecidos que dejó el tsunami. Sus padres, Álvaro Mellado y Pilar Valdebenito estuvieron más de tres meses en la isla buscándola, pero todo esfuerzo fue en vano y su cuerpo aún no ha sido encontrado.
El dolor trae consigo una carga extra para los padres de Erick. "Justicia no va a existir, por mucho que se logre condenar a las personas responsables de otorgar una alerta tardía, nada devolverá lo que perdiste, nunca nuestro hijo regresará. Lo que pasa es que es más difícil de sobrellevar sabiendo que todas estas personas están impunes, pueden cometer errores, ser negligentes y da lo mismo, no les pasa nada", dice Hans von Jentschyk.
Otro punto que preocupa a la familia es la posibilidad que quienes mantienen responsabilidad por no alertar sobre el tsunami que afectaría a las costas chilenas, asuman nuevamente cargos públicos en marzo, donde tomen decisiones sobre el bienestar de la población.
"Son personas absolutamente indolentes, déspotas, descaradas porque no existe un reconocimiento del error que cometieron. Además, son estúpidamente poseedoras de un cargo y no son capaces de asumir sus equivocaciones, ellos jamás mejorarán y no me extrañaría que en el Gobierno que están por asumir aparezcan nuevamente con buenos cargos y sueldos cuando no cuentan con ningún aval de ser servidores públicos, sólo velan por sus propios intereses", sostuvo von Jentschyk.
Gisela Vergara, agregó que no esperan una resolución judicial para quedar tranquilos. "Lo que se busca es sentir en el fondo que ellos reconocen su error. No pasará la pena con eso, pero por ultimo sabremos que ellos asumen su culpa, su responsabilidad", postula la madre del joven de 25 años, que fue encontrado luego de cuatro días de búsqueda en la Isla Mocha.
La mujer sabe que es imposible determinar si la vida de su hijo se hubiese salvado de darse una alarma de tsunami con premura, pero asegura que un gran número de fallecimientos se habría evitado de tomar las acciones pertinentes.
"La pena la va calmando el tiempo. Para ellos, los fallecidos no importaron, ya fueron. Para ellos Erick debe ser un número, una estadística, pero para mí siempre será nuestro hijo y perderlo no es recuperable. Si volviera a estar Carmen Fernández en algún cargo del Gobierno me quedaría más que claro que no están ni ahí con la gente, que no respetan nada, ni siquiera el dolor que tenemos todos los familiares que perdimos a un ser querido", enfatizó Gisela Vergara.
"Nosotros seguimos viviendo con nuestra pena. Tenemos dos hijas más, luchamos por ellas todos los días, pero nuestro hijo sigue en nuestro corazón a cada rato, en cada gesto, en cualquier cosa, en todo. Nosotros nos conectamos con mi hijo en la Isla Mocha, él vive ahí. Yo voy a la casa de él", explicó emocionada la madre del joven ingeniero malogrado en la Región del Biobío.
Es por esta conexión que cada 27 de febrero viajan hasta ese lugar -distante a 118 kilómetros de Temuco- para acompañar su dolor con quienes estuvieron en todo momento con ellos, apoyándolos en la búsqueda y rescate del cuerpo de su hijo, encontrado el 3 de marzo de 2010 por un carabinero de retén de Isla Mocha.
"Ellos nos han brindado apoyo, amor, compañía. Ellos no recibieron ayuda tampoco, pero aún así se portaron increíblemente bien con nosotros. Nunca recibimos ayuda del Gobierno, todo lo que pudimos hacer fue gracias a amistades y familiares que nos colaboraron infinitamente", agregó Hans von Jentschyk.
"Los bomberos entregaron lecciones de compromiso y competencias a la Armada de Chile. Los segundos son una institución que se pavonea con sus uniformes y paradas militares, pero a la hora de entrar al agua y hacer su trabajo, no lo hicieron. Los únicos que bucearon y buscaron a nuestro hijo fueron los buzos del Gope de Carabineros y en mayor medida Bomberos de La Araucanía", sostuvo el padre de Erick.
Por lo mismo es que los padres del ingeniero forestal aseguran que su agradecimiento está con el Cuerpo de Bomberos, con Carabineros, con los pescadores artesanales y los buzos de Tirúa y Quidico.
Nelson Otárola Montecinos tenía 21 años el 27 de febrero de 2010, cuando decidió salir junto a un amigo, rumbo a Club Medievo, pub ubicado en calle Portales, en Temuco. El joven murió en el lugar luego que parte de la cornisa del recinto cayera sobre un radiotaxi que lo llevaría hasta su hogar.
Su abuela, Esmérita Poblete, quien era cariñosamente llamada "mamita" por su nieto mayor, Nelson, sigue con el inmenso dolor de no contar con los constantes abrazos y cariños del joven. Aseguró que siempre le tocó jugar el papel de la "fuerte" del hogar porque sus tres hijos (dos hijas y un hijo, padre de Nelson) y su esposo, quedaron devastados tras la repentina pérdida.
"Cuando mi nieto falleció todos sufrimos mucho, sobre todo mi nuera. Pienso si el dolor en mí es fuerte que sólo soy la abuela, cómo debe sentirse ella que lo tuvo en sus entrañas y luego debió enterrarlo. El vacío que dejó su partida no fue superado jamás, aunque tengo siete nietos más, muy especiales y queridos, con él era distinto", dijo entre lágrimas Esmérita Poblete.
La mujer que vive en el sector de San Antonio, en la capital regional, narró que sus dos hijas siguen muy afectadas por lo sucedido, especialmente una, a quien la entrada siquiera del mes le produce una enorme depresión que debe tratar con ayuda médica.
"Tengo el orgulloso y estoy infinitamente agradecida de mi nuera que dejó que veláramos a mi nieto en la casa, lo despedimos aquí, luego me dio permiso para irme en la carroza con él. Jamás olvidaré su gesto, ella sabía que nosotros dábamos todo por él y él todo por nosotros y permitió que quienes quisieron despedirse, estuvieran aquí con él", contó la "mamita" de Nelson Otárola.
Su recuerdo sigue intacto en el hogar de Nelson Otárola abuelo. Más allá de las cosas materiales que lo recuerdan, el eco de su risa y su buen trato con su "tata" y su "mamita" siguen presentes como desde el primer día que partió.
"Él era muy elegante para vestirse, usaba su pelo corto, era bien ordenado, pero lo que más resaltaba era su personalidad, era un buen niño, tenía 21 años y aún pedía permiso, nunca fue irrespetuoso. Siempre trabajó porque quería surgir, también quería estudiar", explicó con nostalgia, Esmérita Poblete.