El futuro de la educación
Se constata una vez más una baja muy importante en la matrícula de los establecimientos municipalizados.
Los números de la educación pública van a la baja y ello ya no es novedad. En la propia Araucanía se han visto cierres de escuelas por falta de una matrícula mínima, intentándose concentrar dos o tres establecimientos en uno mayor y supuestamente con ventajas comparativas.
Ayer se dieron a conocer cifras muy decidoras. En 2003, 1,6 millones de alumnos asistían a la enseñanza pública, con un 52% de la matrícula nacional. Diez años después los números bajan a un millón 120 mil, representando un 39% del total de los alumnos.
En este tema hay muchos factores en juego. Los padres -los que están en condiciones de hacerlo- pretenden para sus hijos la mejor educación posible, lo que, más que un anhelo, es un imperativo para el Estado. Tal estándar lo ven en la educación particular subvencionada y por ello bajan las matrículas en escuelas y liceos públicos. Más trabajo, mejor remunerado, son el soporte para estas aspiraciones.
Por cierto los frecuentes paros son, según la autoridad educacional, otro motivo que lleva a los padres a hacer un esfuerzo mayor para cancelar una educación de financiamiento compartido.
Pero una parte sustantiva de la población no está en condiciones de hacerlo y es por ello que el Gobierno próximo deberá adoptar políticas claras respecto de la educación pública gratuita, de cómo enfrentará este fenómeno de baja en las matrículas, seguramente de establecimientos de concentración, de la mejoría en la calidad.
Se anota como otro factor la falta de recursos en las arcas municipales para levantar recintos en sectores poblacionales nuevos e importantes, que necesitan cobertura educacional de calidad. El qué ocurrirá con la educación municipalizada seguramente dará respuesta a este punto.
La educación es la fuente vital que procura ir eliminando las desigualdades tan vergonzosas en la sociedad chilena y se debe transformar en el salvavidas para los niños que provienen de los sectores más desposeídos. El Estado debe proveer respuestas para esta necesidad social.