Parece una escena sacada del Chile de la década de los 60 ó 70. En un pasaje de Temuco, a pocas cuadras del centro y al costado de un gran supermercado, siete casas carecen del sistema de alcantarillado, obligando a las familias que viven ahí a costear de sus propios bolsillos la mantención de fosas sépticas que para muchos constituye una imagen más propia de los balnearios veraniegos que de una ciudad pujante que ostenta la condición de capital regional.

Quizás sea porque son muy pocos los afectados (y, por tanto, un menor caudal potencial de votos), o bien porque sus viviendas están ocultas en el paisaje urbano, o porque sencillamente quienes viven ahí no han hecho suficiente ruido -el que pareciera ser el método más útil para que los organismos del Estado atiendan las demandas ciudadanas-. El hecho es que en el corazón de Temuco, siete familias del Pasaje Chivilcán no cuentan con baños con la dignidad y comodidad de un país que se precia de ser de la Ocde, y tal como se ve el horizonte, y de acuerdo a la escasa respuesta de las autoridades luego de divulgarse este problema, tendrán que permanecer así por un buen tiempo más. La empresa sanitaria respondió que son los interesados los que deben financiar la conexión, algo paradójico si se considera que viven en un sector urbano y no rural.

Este drama, que ha persistido durante décadas, no ha encontrado suficiente eco en las autoridades comunales, las cuales se supone están para imaginar y planear situaciones en casos en los que el 'sistema' margina a ciudadanos que se supone tienen todos los derechos. Si no son los organismos del municipio, los concejales podrían ser quienes colaboren en allegar una solución para estos temuquenses discriminados.

En un país que está en los albores del desarrollo, y que está discutiendo una necesaria reforma educacional, resulta contradictorio que siete familias que viven casi en el centro y que no hacen 'ruido', carezcan de un sistema de alcantarillado que es sinónimo de higiene y comodidad.

La Reforma Educacional tiene las prioridades equivocadas. El acento debe estar en los alumnos, los profesores, el personal paradocente, al interior de la sala de clases y de los establecimientos educacionales.

Mejorar la calidad de la educación, que debe ser el objetivo de la reforma, parte por mejorar las rentas de los profesores y las condiciones laborales que le rodean. Hoy, miles de profesores están gran parte de su jornada frente a cursos muchas veces excesivamente numerosos, lo que atenta contra la concentración y la disciplina; no tienen tiempo para preparar sus clases y corregir las pruebas. Todo ello los obliga a extender su jornada laboral a sus casas, restando tiempo a su descanso y sus familias. Tengo entendido que jamás a un profesor se le ha entregado una herramienta tan básica como un computador; lo deben comprar ellos mismos.

En lugar de haber partido resolviendo estos aspectos, la reforma genera una enorme incertidumbre en el sector de la educación, con mayor preferencia por parte los padres, para educar a sus hijos. Hoy, el 54% de los niños y jóvenes chilenos estudia en un colegio particular subvencionado.

Eliminar el copago no necesariamente mejora la calidad; peor aún, la disminución de recursos atenta contra ella. La eliminación de la selección es más bien una medida populista: los colegios particulares subvencionados reciben a todos los alumnos y aquellos con copago, están obligados por ley a garantizar la matrícula de a lo menos un 15% de alumnos vulnerables.

El fin al lucro merece un comentario especial. ¿Qué es lucro? Es la ganancia o provecho que se saca de algo. En el caso de la educación, ese 'algo' es un servicio educacional y si éste es de calidad, responde a los estándares que el país determina; ¿por qué privar de una legítima y justa ganancia a quien lo entrega?

Lucro no es sinónimo de abuso. Fiscalicemos, supervisemos el correcto uso de los recursos de la subvención escolar, pero no privemos de una legítima y justa recompensa económica a quienes cumplen con la ley y se esfuerzan por entregar una educación de calidad.