La aprobación de proyectos de inversión por 28 mil millones de pesos en tiempo récord para Cautín devela el excelente clima de trabajo que reina al interior del Consejo Regional, al margen de las diversas banderías políticas y sólo cuidando el interés de las diversas comunas y la Región en general.

El intendente priorizó una serie de iniciativas, las que a la semana siguiente contaron ya con el visto bueno de los diversos consejeros, en una instancia donde los hay de los más variados partidos políticos, y beneficiando a comunas donde los jefes comunales corresponden a lo más variopinto del espectro político, vale decir Renovación Nacional, independientes, Partido Radical Social Demócrata, Partido por la Democracia, Partido Socialista, Democracia Cristiana y PRI. De hecho, cinco de ellos pertenecen a RN, lo que habla de la seriedad de las decisiones, alejadas del tradicional partidismo, y centrando la labor en el valor intrínseco de los proyectos.

Todo esto habla muy bien de la relación intendente- Core y de la urgencia que los consejeros le imprimen a sus decisiones cuando ellas son urgentes y, de hecho, eran esperadas por años por los futuros beneficiarios. Y ello en palabras del presidente regional de la UDI.

Cabe recordar que el camino Cheuque- Chaura esperaba desde hace 6 años; el proyecto de agua potable rural de la Faja 10 Mil Huichahue lleva ya 16 años; la escuela 'Augusto Winter' fue destruida por un siniestro en 2008 y su reposición también esperaba. Son tres ejemplos, suficientes para aquilatar la importante labor que desarrolla el Core en la distribución justa de los recursos disponibles para la totalidad de las comunas araucanas. Desde luego faltan las decisiones respecto de la provincia de Malleco y los fondos restantes para el ejercicio anual, aproximadamente un 50 por ciento.

El diálogo y la actitud son los que la comunidad quiere, alejados de banderías políticas y cuidando el interés de la ciudadanía, donde la aprobación o el rechazo no son sujeto de radicalismos sino de reflexiones maduras, razonables y racionales.

En el contexto del Año Nuevo Mapuche y del Día Nacional de los Pueblos Indígenas, el anuncio de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, de crear cupos especiales para pueblos originarios en el Parlamento ha despertado interrogantes sobre la eficacia de una medida de esta naturaleza en términos de representatividad.

Si bien las experiencias de parlamentos separados en países escandinavos y los cupos especiales en el Parlamento en Nueva Zelanda se han consolidado como espacios de decisión y consulta, éstos obedecen a discusiones mucho más tempranas que en Chile o incluso Latinoamérica, donde las expresiones de participación política son asimétricas en proporción, modalidad y tiempos.

Mientras en Chile recién se abre la discusión sobre la forma en que debiera generarse este espacio formal (si cupos especiales o circunscripciones electorales indígenas), las reformas parciales o totales a las constituciones en la década de los '90 en la región llevaron a Colombia y Venezuela a contar con circunscripciones indígenas, pero no así a Perú ni Guatemala, a pesar de tener ambos países una alta proporción de pueblos originarios en el contexto regional.

En México, donde habita la mayor población indígena de la región, se registran sólo 28 distritos electorales indígenas de un total de 500 en la Cámara de Diputados. En Ecuador, Nicaragua y Bolivia, en tanto, el acceso a espacios de decisión se ha dado a través de partidos políticos (Pachakutik, Yatama y MAS, en forma respectiva).

Bolivia, donde la mayoría de la población corresponde a pueblos originarios, emerge como un caso único en la región, un estado plurinacional donde la etnicidad es uno de los elementos centrales de la ciudadanía. La Constitución de 2009 establece siete circunscripciones indígenas para la Cámara de Diputados de un total de 130 escaños, aunque ninguna para la de senadores.

En una región donde las líneas divisorias por demandas sociales y políticas son más difusas y por ende emergen mayores desencuentros con el sistema político, los contextos nacionales arrojan un abanico de matices y disparidades en relación con espacios de inclusión y exclusión.

Esos espacios hablan hoy de la necesidad de romper con los estereotipos respecto de los pueblos indígenas como el 'otro' invisible o violento y entender que es un 'otro' distinto, que debe ser parte activa de las decisiones colectivas como una forma de preservar su identidad y de articular la nación.