Cada día es más evidente la importancia que tienen para las empresas, y la sociedad en general, las relaciones con la comunidad y la percepción pública sobre los impactos generados por éstas. Tanto, que en algunos casos ha significado el abandono de proyectos de inversión o severas limitaciones a los mismos, mientras en otros implica una valoración positiva que se traduce en mayores oportunidades de mercado o ganancias.

Actualmente, la administración de las empresas incorpora la relación con la comunidad como parte de la gestión del negocio. Las empresas forestales son conscientes de lo anterior, y además conocen el importante espacio geográfico donde operan, que implica oportunidades de generar impactos y valoraciones positivas o negativas en una parte significativa de la población de nuestra Región.

La adaptación a este escenario ha implicado un relevante despliegue en las comunidades locales para ser reconocidos por ellas, la mitigación de impactos y adaptaciones de prácticas de trabajo, participación con las comunidades en su desarrollo y un tratamiento positivo y correcto de los conflictos. Como gremio, nos interesa el desarrollo de las comunidades donde operamos y constantemente contribuimos con ello.

Muchos de los aspectos que son criticados, tales como disponibilidad de agua, trabajo y otros, constituyen importantes oportunidades de colaboración entre comunidad, empresas y Estado.

Es evidente que resulta complejo avanzar en el desarrollo de relaciones armoniosas con la comunidad cuando existe un importante déficit respecto del Estado de Derecho y/o la existencia de un problema político complejo, pero a pesar de las diferentes expresiones del conflicto que constatamos, y que todos vemos a través de la prensa, también valoramos y comprobamos muchos más casos de buenas relaciones entre empresas y comunidades, los que por su naturaleza lamentablemente no ocupan los titulares.

Este es nuestro desafío y en eso estamos trabajando, nuestro rubro constituye oportunidades de desarrollo para muchos habitantes de la Región, y esperamos que lo siga siendo en forma importante en el futuro.

Para nadie es un misterio que la conectividad es fundamental en cada territorio, más aún si se trata de lugares apartados del centro de La Araucanía, hasta donde debe acceder por los más variados motivos prácticamente la totalidad de la población regional, además de al sur y el norte.

¿Cuántos años que se trabaja en la ruta de la costa? Los esfuerzos del Cuerpo Militar del Trabajo han sido muy generosos y las comunidades ubicadas a lo largo de su trazado sólo esperan que esa labor continúe sin reparos para contar con una excelente ruta dispuesta para ser asfaltada y prestarle a ellas y los visitantes una conectividad de gran nivel.

Ha habido problemas con elementos exaltados, cuya última manifestación ocurrió en el sector Tragua Tragua, a unos 17 kilómetros de Puerto Saavedra, donde quemaron maquinaria indispensable para estos trabajos. Un flaco favor le hacen a las propias comunidades que luchan por salir adelante, por lo general mediante emprendimientos productivos y turísticos para los cuales una ruta en estas condiciones es fundamental.

Se está hablando de conectar el territorio costero sureño desde Tirúa hasta Puerto Montt, en cada una de cuyas provincias se ha avanzado bastante, pasando por múltiples sitios de atracción turística que pueden potenciarse muchísimo gracias a este futuro adelanto.

¿Cuál es el problema?: la seguridad. Parece inconcebible que elementos descentrados atenten en contra de una obra de semejante progreso, pero esa es una realidad, que obliga ahora a que el Cuerpo Militar del Trabajo reinicie las obras en esta región contando con las medidas de seguridad pertinentes, tras un trabajo con las propias comunidades por parte de los uniformados, de tal forma que ellas comprendan los beneficios que una obra así puede y debe representar para su futuro. La inmensa mayoría así lo ha entendido y está preocupada por los cuatro kilómetros faltantes.

Las medidas corresponden a todas aquellas relacionadas con la seguridad militar para resguardar la integridad tanto de los elementos físicos como de las personas del CMT.