Pareciera ser que estudiar para profesor de Matemática es una decisión inadecuada en un mundo en que el trabajo académico tiene valoraciones sociales inexactas. En la sociedad actual se hace frecuente la presencia de una suerte de anomia en las decisiones escolares, fenómeno mundial al cual nuestro país no es ajeno. Estudiar Pedagogía, en particular en Matemática, para el Chile de hoy resulta casi una idea que supone estar fuera de las fronteras del mercado.
Si se cree que las leyes del mercado se cumplen inexorablemente, la alta demanda de este tipo de profesionales y la poca oferta de los mismos, hace que esta actividad esté más al interior que fuera de las fronteras del mercado. Sin ir más allá, el Ministerio de Educación señala en su sitio www.mifuturo.cl que esta pedagogía tiene un 92,5% de empleabilidad sólo en el primer año, lo que hace presumir entonces que trabajo no les falta. También se asegura que son los educadores mejor remunerados, recibiendo un sueldo promedio de $743.392 al quinto año de egreso. Estos mejores honorarios se explican, como señalé, por la baja oferta que hay de estos docentes en comparación con las otras pedagogías, lo que hace que sean más cotizados por los recintos educacionales.
A nivel país, no todas las universidades chilenas imparten la carrera, lo cual acentúa más la falta de este tipo de expertos. Súmese a este hecho la casi nula opción de estudiar esta carrera en jornada vespertina, y en este punto sería interesante preguntarse cuántos profesores dictan clases de matemáticas sin ser profesores de la misma. Tampoco es un gran ejercicio detectar que el currículum de matemática, en general, es el más extenso. En virtud de esto, resulta fácil completar una jornada en un solo colegio, sin tener que desplazarse a otros lugares para poder consumar su carga académica diaria. Es más, el profesor de matemáticas, bajo las condiciones de formación adecuada, no sólo está en condiciones de trabajar en un colegio, también puede impartir docencia en centros de formación técnica, institutos profesionales e incluso en universidades, donde con un perfeccionamiento en el área, ya sea de un diplomado, postgrado o magíster, se puede llegar muy lejos. Ni pensar si estos estudios son acompañados de una extensión como la estadística o computación. Si estas opciones están ahí, ¿por qué los jóvenes no quieren estudiar esta carrera? Creo que la respuesta radica en la poca información que se entrega sobre ésta, sumada a la conducta moderna de buscar lo cómodo.
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