Dentro de los variados antecedentes que surgen en las investigaciones que se siguen por los hechos de violencia en las zonas rurales, la semana pasada se conoció uno que da cuenta del nivel de peligrosidad que se vive en los campos y que de cuando en cuando estalla con hechos en extremo luctuosos. De acuerdo a un informe elaborado por Carabineros, desde el año 2011 a la fecha se han extraviado 63 escopetas calibre 12 sólo en la comuna de Victoria, concentrándose sobre todo en el período que va de 2012 a 2013.

Esta cifra es inquietante si se considera que abarca únicamente a Victoria y a las escopetas calibre 12, que es el arma pesquisada en el crimen del parcelero Mariano Guzmán, y que motivó justamente el informe policial que debiese preocupar a las autoridades de Gobierno, habida cuenta de las armas de fuego que están circulando en la zona sin control. Aunque la institución policial ha advertido que este indicador no abarca sólo a las armas robadas, sino también aquellas a las que por alguna razón se les perdió la pista (fallecimiento del propietario o falta de regularización), no deja de inquietar saber que en Victoria hay un gran número de armas no catastradas y que pudiesen estar siendo utilizadas en los atentados o hechos delictuales comunes que se cometen en el campo o incluso en las zonas rurales.

Si se toma en cuenta la gran cantidad de ataques con armas de fuego de distinto calibre que se efectúan periódicamente contra las propiedades agrícolas, en el marco del proceso reivindicatorio de tierras que desarrollan ciertos grupos en supuesta representación del pueblo mapuche, es hora de que las autoridades preparen un minucioso catastro de todas aquellas pistolas, escopetas y demases que se han 'extraviado' en las comunas con mayor conflictividad. Este debiese ser un tema de la mayor relevancia para las instituciones policiales y los organismos de gobierno que se encargan de la seguridad interior. Las muertes que ha dejado el denominado 'conflicto mapuche' son razón más que suficiente para pesquisas el paradero de armas que ya no se usan para intimidar, sino que derechamente para atacar.

En Chile, un 70% de las plantaciones forestales cuentan con certificaciones voluntarias de manejo sustentable, las que poseen reconocimiento internacional. Si se compara esta cifra con otros países del mundo, superamos con creces la media, ya que el promedio en bosques productivos es de sólo 30%.

Desde hace mucho tiempo, la Corporación Chilena de la Madera viene promoviendo las certificaciones en el país. Es así como hace 17 años se creó un Código de Prácticas Forestales, documento confeccionado junto a otras instituciones y la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

La norma ISO 14.000 para mejorar prácticas medioambientales fue promovida en 1999 por Corma y a la fecha 1,2 millones de hectáreas están certificadas bajo este estándar. A esta norma, presente en las compañías forestales, se han incorporado sellos con altos estándares, tales como Certfor y FSC.

Bajo la certificación Certfor, reconocida por PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certifications Schemes), hasta el 2013 en el país había 1,3 millones de hectáreas de bosques plantados.

Otro sistema relevante en el mundo es la certificación FSC (ForestStewardship Council), la que tiene como finalidad garantizar a los consumidores que los productos proceden de bosques con manejo forestal ambientalmente responsable, socialmente beneficioso y económicamente viable. En Chile, 1,5 millones de hectáreas plantadas por empresas forestales se han certificado con el sello FSC hasta fines del año 2013.

Se debe reconocer que la certificación voluntaria de las empresas forestales se ha realizado bajo los estándares más rigurosos del mundo. Esto, avalala sustentabilidad, el fortalecimiento de vías de diálogo y además procura una buena relación con los distintos actores con los que se relacionan las compañías.

El desarrollo sustentable se define como la capacidad de 'satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras'. Y en este punto, el sector forestal ha integrado este concepto dentro de su quehacer, protegiendo el medio ambiente donde realiza las actividades productivas y actuando responsablemente con las comunidades que impacta por sus operaciones de negocio.