Hay que partir con una afirmación rotunda: el bombazo de esta semana, así como todo acto de violencia debe ser perseguido y condenado en virtud de sus méritos jurídicos. Ahora bien, más allá de esto, que estoy seguro todo lector encuentra evidente, resulta fundamental llamar a la cordura y serenidad. Esto no quiere decir, en absoluto, relativizar lo sucedido y seguir como si nada hubiese ocurrido, pero en momentos de crisis suelen cometerse otras tantas barbaridades, perfectamente evitables.
Lo realizado, ampliamente condenado, por la prensa los días posteriores al bombazo es un ejemplo claro de que es necesario serenarse y tomar calma antes de realizar juicios, insinuar relaciones, establecer causas, nombrar grupos, condenar colectivos sociales, etc. Esto pues luego de revisados los antecedentes, llevados a cabo los juicios, resultan ser muchas veces relaciones inexistentes, grupos que no tienen nada que ver en las acciones, etc. Se revela una falta de profesionalismo que, si nos tomáramos más tiempo para informar y menos para 'golpear', seguro serían menos frecuentes.
Ahora bien, si como sabemos desde el ámbito teórico, los medios de comunicación (unos más que otros, claro) buscan sorprender, golpear, emocionar, es necesario hacer consciente al público: a los lectores, radioescuchas, televidentes, que no todo lo que lee, escucha o ve, es cierto. Así de claro. Hay suficientes ejemplos para demostrar que los medios manipulan la información, muestran sólo un aspecto de la misma, estigmatizan grupos sociales y movimientos en un juego permanente de articulación con el poder establecido. Es decir, hay un amplio espectro de acciones que ya sea pensadamente o, como parte, de su trabajo rutinario, los medios realizan y que no guardan relación con la realidad.
En esta medida es fundamental, en esta sociedad de la opulencia informativa, una mirada crítica para leer los medios de comunicación. Es necesario contrastar versiones, no creer a primera vista, ser cautos en los juicios. Como en la vida, sólo pueden realizarse juicios sobre 'algo' y 'alguien', cuando se tiene comprobación de los actos perpetrados.
Los que aparecen de inmediato, buscando ser los primeros en hablar, en decir la 'verdad', suelen equivocarse rotundamente. La premura en enjuiciar, en estos casos, suele ser contraria a la justicia. Por tanto: cordura a los medios, a las policías y a los políticos.
director Centro de Investigación,