Fiestas Patrias y nacionalismo
Hace días fue noticia una marcha peruana de carácter 'pacifista' para reivindicar el denominado triángulo terrestre entre el punto concordia y el hito número 1. Y aunque no lograron su objetivo estoy seguro de que muchos chilenos consideraron ese intento de marcha como una afrenta y amenaza a la integridad territorial de Chile. Por no decir de las autoridades.
En este mes de la Patria que comienza es momento de pensar en qué tipo de nacionalismo debe sustentar la identificación de los chilenos con su país y su relación con los demás países, en especial con sus vecinos.
El nacionalismo como concepto de identidad, de reconocimiento de una raíz, de una pertenencia, de un mismo proyecto social es necesario como sentimiento y conciencia que ayuda a una sana relación con uno mismo y con los demás. Nadie vive bien como 'apátrida', sin Patria. La Doctrina Social de la Iglesia considera el nacionalismo visto así como un bien humano que hay que preservar simbólica, legal y prácticamente.
Sin embargo, hay otros nacionalismos que viven de un sentimiento no de unión con los demás sino de separación, de sentimiento de superioridad sobre otros países que además es alimentado por un conciencia de afrenta e injusticia que viene de los múltiples y comunes conflictos territoriales frutos de otros tiempos, cuando se gestaron las fronteras de los estados actuales.
Es un nacionalismo que no se hace cargo de las propias injusticias hechas a otros pueblos o naciones sino de aquellas que le han arrebatado territorio o afrentado a su autoimagen de país superior y victorioso. Se identifica con la fuerza, la autoridad y el orden. La violencia es un recurso natural para resolver los conflictos internos y externos. Un triste ejemplo de ello es lo que está pasando en Ucrania y que amenaza la estabilidad del mundo entero.
Una buena celebración de Fiestas Patrias debiera ayudarnos a reencontrarnos a partir del proyecto colectivo de país unos con otros, a reconocer la riqueza en la diversidad cultural y nacional, a sentirnos hermanos (as). A ser, como nos invita Benedicto XVI en la Cáritas in Veritate familia humana, es decir, con un carácter más universal y fraterno que estos otros nacionalismos tan reductores y, por qué no decirlo, tan humanos pero tan poco humanizadores.
Consejero Centro de Ética y Responsabilidad