La peor de la peor. Ese es lamentablemente el rótulo que, en términos económico-sociales, se cierne sobre Ercilla, la comuna más pobre de la región más pobre de Chile, y que a lo largo de los años en lugar de lograr acortar la brecha con el resto de La Araucanía y del país, ha visto como se ha ido ampliando, debido a los objetivos indicadores de desarrollo que presenta y a la estigmatización de inseguridad y violencia que ha sufrido desde hace dos décadas por concentrar la mayoría de los atentados cometidos en contra de los propietarios agrícolas, en el marco del proceso reivindicatorio de tierras sin diálogo que llevan adelante algunos grupos de exaltados. Los números de la comuna de Malleco son decidores: el 48,8 por ciento de sus ciudadanos se encuentra bajo la línea de la pobreza, el 60 por ciento de la población es rural (lo que complejiza aún más la llegada de la ayuda social del Estado) y el 66 por ciento de sus habitantes es miembro del pueblo mapuche. Para todos ellos el municipio cuenta con un presupuesto -vía Fondo Común Municipal- de exiguos mil 300 millones de pesos anuales, con el que tiene que pagar desde las remuneraciones hasta mantener los edificios públicos.
El alcalde de la comuna, José Vilugrón, fue hace algunas semanas hasta La Moneda para entregar una carta dirigida a la Presidenta Michelle Bachelet con el fin de conseguir una atención especial de parte del Gobierno, en virtud del paupérrimo estado en que se encuentra su territorio, caldo de cultivo, por lo demás, para la irrupción del discurso violentista en contra del Estado. En palabras del jefe comunal, no ha habido respuesta hasta ahora, según él, por su filiación opositora a la actual administración, lo que significaría pasar por encima de las legítimas aspiraciones de una comunidad que necesita del concurso de todas las autoridades y no de aprovechamientos políticos que tristemente han formado parte de la historia cívica del país.
En palabras de representantes del Gobierno, al Ejecutivo le interesa propender a un desarrollo equilibrado y armónico, focalizando los instrumentos que respondan a la realidad y a la pertinencia cultural. Sea como sea, el Estado, en particular quienes tienen a su cargo la ejecución de las políticas públicas para territorios rezagados, debe comprender que hay materias en las que se debe ir más rápido, pues con el actual tranco, Ercilla, donde uno de cada dos habitantes es pobre, continuará sumiéndose en la postergación, y los caminos de salida se estrecharán aún más.