Hay generaciones que hemos tenido la maravillosa y compleja posibilidad de vivir en dos siglos el XX y el XXI .
Maravillosa por que participamos de la explosión tecnológica que cada día nos ofrece nuevos descubrimientos en el plano científico y espacial. El promedio de vida de 5 décadas atrás llegaba a los 50 años, hoy se camina a los 80 años con personas de aceptable autovalencia.
Pero resulta compleja por cuanto aparecen iniciativas que a los seres de los dos siglos nos cuesta entender. Por ejemplo el amor, la paternidad de personas del mismo sexo, la increíble atracción cada día más numerosa de adultos de todas las culturas y religiones por prácticas sexuales con pequeños niños, a tal extremo que en Alemania sectores felizmente minoritarios balbucean reconocimiento por ley de la pedofilia, sosteniendo que son una minoría y por lo tanto deben ser respetados.
La información internacional nos comunica que en Alemania hay quienes pretenden legislar para la aceptación en la sociedad germana de las relaciones sexuales entre hermanos, por cuanto ellas serían realizadas con aceptación de las partes.
En nuestro país se avanzan iniciativas respecto de la legislación del aborto, sobre la base que el individuo mujer es el único dueño de su cuerpo y por lo tanto puede llegar al milagroso y bello acto de la vida… o de extinguir una vida inocente, que no tiene derecho a preguntar ¿por qué?
La legalización de las drogas comenzando por la marihuana que es el primer escalón para muchos de seguir subiendo por la escalera de estos productos.
La investigación científica da pasos largos para moldear genéticamente qué tipo de hijos, con qué habilidades y vocaciones se quieren tener, lo que estaría casi listo para las grandes fortunas del mundo.
Un tema que da que pensar y preguntarse ¿un mundo de humanos superiores? ¿Entonces que papel cumplirán los hijos de los que no cuentan con esas fortuna? Para los seres humanos de los dos siglos la nueva civilización está preñada de luces y sombras.