Hay una idea que me gustaría rebatir en esta columna. Se trata de la extendida idea de la libertad de elección. Para comenzar quiero hacer una pregunta muy sencilla a los lectores: ¿Alguien cree que pagando diez mil o más pesos en un colegio subvencionado está asegurando el futuro de su hijo/a? O lo que es lo mismo: ¿piensa usted que pudiendo elegir entre pagar un poco de dinero y no pagar nada, le está entregando a su hijo/a mayores posibilidades en la vida? Tengo una respuesta hipotética a esta cuestión: sí, hay personas que lo creen firmemente. Como en la película Machuca, hay quienes sin pudor señalan que no quieren mezclar a sus hijos con niños igual o más pobres que ellos. Lo que vuelve interesante este tema es, sin embargo, que no se trata -como en la película- de una mezcla entre ricos y pobres, sino entre pobres y más pobres. Es decir, el 90% de Chile.
Puesto que entre alguien que no tiene para pagar ese colegio y entre quienes deben apretar sus cinturones o, sencillamente endeudarse para poder pagar ya sea el colegio o la universidad, no hay más diferencia que un endeudamiento, resulta trágica esta defensa de la libertad de elección. En verdad, no hay libertad de elección. Es una fantasía profundamente ideológica.
Esto demuestra algo que ya he señalado en otras columnas. Estamos viviendo un estado ideológico donde estas fantasías son tan reales que movilizan el accionar de los sujetos. Nos acercamos a un momento tan elevado de la ideología neoliberal que la gente pobre ha creído la fantasía de ser parte de una 'clase media'. Lo que distingue a esta clase es su realización en el consumo; en la posibilidad que el sistema económico le ofrece para endeudarse a mediano y largo plazo.
Creo, por mi parte, que si aceptamos la idea de que la educación es el modo de movilidad social ésta debe estar a la altura de un bien público que no tenga costo para los ciudadanos. Así debería ocurrir con el agua, la electricidad, la salud y otros bienes que son básicos para la vida de las personas. Cuando se moviliza el argumento ideológico de la libertad de elección, las personas no están siendo conscientes (¿o sí?) de la cantidad de regulaciones sociales, económicas y políticas que filtran esa supuesta capacidad de elegir.