Hace varios años Chile sufrió lo que se llamó cultura de la muerte. Un régimen de Gobierno que valoraba tan poco la vida humana - la de los detractores - que no trepidaba en encarcelarlos, torturarlos, hacerlos desaparecer o asesinarlos a sangre fría; en muchas ocasiones se hizo creer que eran enfrentamientos armados con grupos terroristas, de tal manera de acabar con ellos sin tener que enfrentar las consecuencias. El silencio de muchos, que sabían de estas situaciones pero callaban, o preferían ignorarlas, permitió que el régimen se mantuviera por casi dos décadas.
Pero no todo se podía ocultar por siempre, y gracias a la valentía de muchos que arriesgaron sus vidas, finalmente se acabó el terrorismo de Estado. Si, es cierto que la economía del país durante esos años se vio beneficiada. Hoy, dos décadas después del término de ese tiempo atroz y basados en la prosperidad económica a la que dio origen, muchos 'defienden la obra' de la dictadura por sus beneficios económicos. Su conclusión es que la libertad financiera bien vale la vida de seres humanos.
Muchos de aquellos que lograron el cambio, sin embargo, hoy defienden otro tipo de cultura de la muerte: aquella que permite y empuja abortos, muerte asistida, uso de drogas, eliminación de la familia tradicional, y la espiritualidad para no reconocer la preeminencia de alguien superior (quien en definitiva regula las relaciones sociales y ante quien un día se deba dar cuentas). Todo ello es justificado hoy por la libertad de conducta.
Me pregunto, ¿realmente creen que estamos preparados para la libertad sin límites? Por que la evidencia muestra que aun teniendo leyes que limiten la conducta, estas son quebrantadas día a día. ¿Cómo sería entonces la vida si se dieran todas las libertades que orientan las autoridades? Ciertamente la libertad es un derecho, pero conlleva responsabilidades. Esa última parte, parece no ser coincidente con las propuestas que se empujan desde el Congreso. Un ejemplo: se utiliza el drama del embarazo de una adolescente, producto de la violación de un pariente, para abogar por una de las tres formas de aborto que el Gobierno quiere proponer.
Pero la experiencia indica que sólo es el inicio, que al final se quiere plena libertad para realizar abortos en nuestro país, aunque ahora digan que no. Ese es el asunto a fin de cuentas. ¿Por qué no lo dicen claramente? Nuestro planteamiento es claro y no andamos con rodeos. Decimos no al aborto porque Dios mismo nos orienta a desarrollar sólo la cultura de la vida en todas sus formas.