El Artículo 1° de la Ley de Radicación del 4 de diciembre de 1866, fundamento legal de la entrega de los títulos de merced a las comunidades mapuches, señalaba lo siguiente: "Fúndense poblaciones en los parajes del territorio de los indígenas". La referida norma deja al descubierto un antecedente que hoy sirve de insumo para la discusión que se pretende llevar a efecto en la III Cumbre de Enama, a desarrollarse mañana miércoles.
La primera aproximación nos indica que no fueron los mapuches los que dieron inicio a un conflicto que se arrastra por siglos. Fue el propio Estado de Chile el que a través de una política consciente, deliberada y vestida de un ropaje de legalidad, comienza a ocupar territorios que el derecho natural o consuetudinario entregaba en propiedad a nuestros abuelos y abuelas.
También podemos resaltar que el legislador ocupó un concepto que no es del todo arbitrario, sino que encierra una enorme significación para nuestros días. Me refiero al concepto de "territorio". De lo anterior se deduce que lo que hoy podemos reivindicar no son sólo hectáreas de tierras. También un territorio histórico, reivindicado como nuestro legítimo hogar nacional.
Para algunos sectores de la sociedad regional hablar de territorio mapuche implica separatismo y balcanización. No han advertido ellos que el Convenio 169 de la OIT desde el año 2009 ha establecido de manera obligatoria el respeto y vigencia de dicho concepto.
La sensación que invade a los mapuches es de sentirnos extranjeros en nuestro propio suelo. Resulta ilógico y antinatural que viviendo durante miles de años en este territorio a la fecha aún debamos mendigar una señal de reconocimiento por parte del Estado y la clase política. También resulta incomprensible que debamos exigir derechos que por esencia nos pertenecen, como nuestra lengua y el respeto por nuestra cultura e identidad.
Es por ello que hablar de regionalismo, autonomía y plurinacionalidad no es antojadizo ni caprichoso. Hoy se convierte en un mandato legal y político, un compromiso con la historia y con la memoria de dirigentes históricos como Aburto Panguilef y Venancio Coñoepan, que soñaron para las futuras generaciones de mapuches y chilenos un territorio en el cual pudiéramos cohabitar.
Richard Caifal Piutrin,
general de la Corporación Enama