Muchas cosas han pasado durante este año, algunas con efectos bien dudosos, como las reformas que se quiere implementar; por cierto, reformas basadas en ideologías que han fracasado en otras latitudes.
Otras han sido más silenciosas, impactando la vida y percepción de la gente sobre ciertas materias, como la aplicación de la ley bajo el principio de justicia.
No se entiende, por ejemplo, cómo es posible que un joven "supuestamente" ebrio conduciendo su vehículo da muerte a un peatón habiendo testigos, y finalmente quede libre de polvo y paja, no así sus acompañantes.
No se entiende cómo se plantea una reforma educacional que no considera como actores esenciales a los profesores ni su situación salarial o carrera docente, mientras quienes legislan de manera tan liviana logran aumentar sus dietas, siendo ese porcentaje residual de aumento tanto como lo es el salario completo de un profesor.
No se entiende que cuando los camioneros de esta Región, cansados de ser víctimas de los ataques sistemáticos hacia sus bienes y personas, por no contar con el resguardo constitucional que requieren, sean multados por expresar dicho malestar de una manera pacífica.
No se entiende que muchos delincuentes sean atrapados realizando actos delictivos día a día por las policías de nuestro país, y que al momento de ser formalizados queden en libertad, aun contando con prontuarios dignos de mafiosos sicilianos.
Podría seguir, pues ejemplos sobran. Pero consideremos el último ejemplo: la falta de respuesta de las autoridades y la inacción frente a la delincuencia. Cuando en otros países vecinos como Perú, la ciudadanía enfrenta situaciones diarias de vulneración de sus derechos, y ve que las autoridades tienen otros intereses, han tomado la justicia en sus manos.
Dado que no se entiende cómo es posible que pasen ciertas cosas, su respuesta es hacer cosas que no se entiende, como atrapar a los delincuentes, lincharlos golpeándolos brutalmente o quemándolos vivos y luego teniendo pactos de silencio. Como cristiano me preocupa que esto pueda pasar en nuestro país como hechos cotidianos, pues mientras los ideólogos que manejan el Estado miran para el lado, la sociedad desesperada comienza a responder a su necesidad con mano propia. Ruego al Señor que las autoridades de Gobierno, los legisladores y los jueces tomen conciencia de su responsabilidad y asuman los verdaderos desafíos de la ciudadanía, más que seguir enfocados en dar más y más derechos a algunos grupos cercanos a ellos.
Andrés Casanueva,