Repaso una vieja columna de Reginaldo Zurita, distinguido académico de la Ufro, ya retirado y víctima de una penosa enfermedad. - "¿Por qué, cómo y para qué escriben los columnistas? - Preguntaba. Y respondía: por sus dichos los conoceréis. Por de pronto, una dosis de narcisismo no lucrativo que ilustran la atemporalidad de las fotos, el índice en la mejilla o la mano rodiniana en el mentón". Y luego cargaba contra su colega, "Indoloro, "colgando a la derecha, manos libres, inquisidor de los de abajo". Anónimo, sin rostro y sin hoguera... polvo eres y en polvo te convertirás", y, le reprocha soslayar con bromas su "pragmatismo encéfalo craneano".
Luego, sacando el acelerador, aconseja "que la impronta de columnista es su mirada del debe ser. Ideólogos de los aires formativos. Nada escapa a su bisturí. Sin embargo, esa mirada los hace vulnerables. Semanalmente expuestos a lectores que juzgan, implacables, la coherencia de sus dichos con los hechos. Y los quieren, los desprecian o ignoran, que es peor; en Francia, Alemania; España, Estados Unidos, Suiza o Italia…". Y siempre la posibilidad de perder el empleo o el espacio, por bocón o fome.
Lo que mucha gente nunca supo es que Reginaldo e "Indoloro" eran amigos y se respetaban sus diferencias sobre cómo mejor gobernar el país. Lo principal: hacerlo a la luz de la filosofía y el sentido común. Entonces había tiempo para contestar, aunque fuera con un diabólico dardillo, camuflado en la prédica semanal.
Hoy los nuevos medios son rápidos y sanguinarios. Qué decir de la economía de caracteres. La síntesis obligada descalificaría a centrodelanteros de opinión. ¡Y sin garabatos! Tampoco Reginaldo, pero curtiendo las flacas espaldas de "Indoloro": "¡No te vayas! ¡Piensa positivo! ¡El mercado te hará libre! ¡Viva la competencia total, la transparencia y la verdad! ¡Y ojalá nos pillen confesados!". Si escribiera hoy, su tema sería el caso "Penta". Proactivo. Editó la selección de crónicas "Desde la vereda de enfrente". Y hasta humor para sugerir el "Sindecodia" (Sindicato de Columnistas de Diario Austral).
¡Grande, Reginaldo! ¡Un abrazo 2015!
Benjamín Vogel