La capital de Malleco se tiñó de rojo con la primera guerra de tomates
Una fiesta. Más de 300 personas disfrutaron del evento que se realizó por primera vez en La Araucanía. Los participantes se lanzaron siete toneladas del producto desechado.
cronica@australtemuco.cl
Mas de 300 personas se congregaron en el Recinto Sama de Angol para disfrutar de la "Primera Tomatina del Valle Angol-Renaico", una guerra donde los visitantes se lanzaron unas siete toneladas de tomates desechados.
El evento buscaba que la familia y los turistas se distendieran un momento, convirtiéndose en la primera guerra de tomates que se realiza en La Araucanía.
Tomatina
Pese a que no hubía 15 stands de comidas como se habían anunciado, sólo estuvo un puesto de Carozzi que dio muestras de pastas a los cientos de asistentes al evento, en el recinto Sama se vivió una fiesta inolvidable.
Con el pasar de las horas, poco a poco comenzaron a llegar cientos de personas para participar de la guerra de tomates. Cada uno llegó vestido acorde a la ocasión, ropa liviana, poleras blancas y gafas protectoras, pero más de alguno fue osado y jugó al riesgo de sufrir una lesión en esta tomatina.
Había ansiedad por parte de la gente que estaba dispuesta a participar. Conforme pasaban los minutos no aguantaban más las ganas de poder distenderse y comenzar a tirarse los tomates.
"El picadero", como se le denomina a la cancha de rodeo, ya estaba dispuesta para cada uno de los asistentes. Previo a ello, se realizó una clase de zumba a modo de calentamiento.
Hasta que llegó el momento. A las 16.30 horas la gente ingresó al recinto del rodeo Sama, donde la delimitación fue de 100 metros de largo x 50 de ancho en todo el sector. Allí había 12 cajones atestados de tomates. Todo este fruto sobremaduro de desechos, listos para cada uno de los 300 guerreros, entre jóvenes, adultos y niños, quienes comenzaron con un poco de temor, considerando que es la primera experiencia realizada en Angol. A un costado estaban los Bomberos, con su carrobomba lanzando agua sobre la cancha como una forma de despertar a los aletargados participantes.
Con el agua encima, la tomatina tomó el giro emocional que se requería para animar el espectáculo. Como en las guerras espartanas, desde un comienzo, los participantes tomaban distancia, donde se armaron dos grandes grupos en torno a los bins (cajones grandes para transportar frutas y verduras).
El primer grupo tuvo un líder que dirigía al resto generalmente a distancia, mientras que el segundo bando sólo atinaba a mirar y disparar tímidamente los tomates sobre sus rivales sin que alguien tomara la posta. Pasando los 15 minutos, los bandos se acercaban con más fuerza y despliegue, pero siempre tomando los recaudos respectivos a distancia. Otra vez tuvo que "manguerear" bomberos a los guerreros para que éstos despertaran, y fue en ese segundo chorro de agua que el primer bando se acercó al menos 5 metros a "masacrar" a su rival a tomatazos.
La gente, en tanto, observaba el espectáculo y atinaba a reírse y disfrutar de ello como si fuera un juego de niños. Varios participantes comenzaron a rendirse, sentían el cansancio y la presión de esta guerra, pero otros se cambiaban de equipo para intentar equiparar las cosas.
Iban 30 minutos del espectáculo cuando el líder del bando izquierdo al intentar atacar a sus rivales, recibió de lleno en la cara un tomatazo dejándolo fuera de combate por cinco minutos. Ahí el otro bando reaccionó y adelantó sus líneas tirando el fruto tal como lanzas romanas a los participantes. Sin embargo el primer grupo comandó una estrategia digna de Troya; varios jóvenes tomaron un par de bins vacíos como escudos y avanzaron hasta las barbas del rival disparando los tomates, pero fracasaron en su plan porque no pudieron sostenerse huyendo a su guarida.
Una vez más el carro de Bomberos tiró agua y ya todo el terreno era un barrial. Los últimos cinco minutos se transformaron en una batalla épica con los tomates que iban quedando en el suelo y los pocos que quedaban en los cajones, que eran rascatados para ser lanzados, pero ya fuerzas no quedaban. En resumen nadie quedó a salvo, pero al concluir la tomatina, todos, como en el fútbol, terminaron como amigos, abrazados, comprendiendo que esta actividad los pudo distender, a la vez distraerse, sacarse las rabias acumuladas y pasarla bien, como un juego más, donde finalmente previo a retirarse recibieron otro "manguerazo" por parte de los bomberos que dejó felices a los participantes, quienes gritaban con locura pues deseaban seguir en la guerra, pero ya todo había terminado.
La actividad se prolongó por cerca de 45 minutos. Allí había grandes y chicos disfrutando de la batalla, que seguramente recordarán durante varios años.
Participantes
Al recinto Sama llegaron turistas desde Purén, Santiago, incluso de Norteamérica, Michoacán, México, para participar de esta tomatina. Vicente Norambuena, 25 años, vino desde Santiago a esta fiesta del tomate.
"Fue una experiencia maravillosa, entretenida y al mismo tiempo agresiva. Uno se cansaba pero igual te llegaban tomates por la guata, los ojos, por todas partes, me encantaría que se volviera a repetir".
En tanto, Edward Garrido, 23 años, purenino, vino especialmente a la ocasión. "Con esta experiencia uno verdaderamente se libera, se desestresa, además se comparte, igual uno se pica en la misma guerra pero después al terminar uno queda como amigos y todo bien. Me gustaría que se repitiera, ojalá que se organizara en equipo y que tuviera más emoción".
Mientras que Eduardo Muñoz, vino desde Michoacán, México, y supo por El Austral sobre la tomatina e invitó a sus compatriotas a la lúdica actividad.
"Quise venir acá porque es la primera vez que se hace en el sur de Chile; es una experiencia muy grata, que sea una convivencia porque el tomate es un producto emblemático para la comida chilena. Venimos de tan lejos como para no estar aquí y disfrutar de esto".
Nancy Farías, también mexicana dijo que, "esta experiencia fue 'padrísima' porque nunca había vivido algo así, ojalá se volviera a repetir otra vez acá, es una fiesta que haya que cuidar proque es muy atractiva".
"Masterchef"
Previo a la gran tomatina dominical, el chef Ennio Carota, jurado de MasterChef se presentó en la actividad donde realizó junto a Annelore Baumann un plato de tallarines con un morrón relleno de tomates y queso parmesano.
Así, el italiano, tras la actividad dijo que, "la idea es que uno apoya este tipo de iniciativas porque nosotros somos cocineros y siempre estamos en búsqueda de productos de buena calidad, ha sido un buen encuentro". Además diferenció el tomate angolino del resto. "En Santiago particularmente los tomates que compramos allá en el mercado no tiene gusto a nada porque son tomates de invernadero. Pero el tomate angolino me hizo volver atrás porque en Italia tenemos muchos tomates con denominación de origen y me hizo encontrar el sabor, la textura, es como comerlo como una fruta, es placentero", sostuvo.
Mientras que la ex participante de Masterchef, Annelore Baumann, aseveró que esta experiencia, "fue bien interesante y además fue entretenido haber compartido con Ennio, porque siempre fue distante". Sobre el tomate angolino, fue clara y señaló que, "el tomate angolino para mí personalmente su distinción lo hace el sabor porque es increíble, desde toda la vida para mí es comprar un cajón inmediatamente. Cuando estaba bien maduro lo hacía salsa o sopa de tomate cuando maduraba", indicó.
Finalmente para Rodolfo Pihan, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales de la Ufro y director del proyecto del tomate angolino, se mostró satisfecho con la actividad.
"Su objetivo es desarrollar el sector agrícola de Angol mediante la producción de tomate y apoyarlos, son 200 productores que están permanentemente en esta actividad. Un proyecto que tuvo un costo de 150 millones de pesos. Con la obtención de denominación de origen hay un reconocimiento del tomate angolino desde Concepción al sur. La idea es que los productores puedan proteger su marca y así van a tener identidad para la zona favoreciendo el turismo de la zona", puntualizó.