La Araucanía tiene un área territorial de 31.858 kilómetros cuadrados. En dicha extensión vive una población cercana a las 950 mil personas. Los pilares económicos sobre los cuales se proyecta el futuro de la zona son los rubros agrícolas, silvícolas y ganaderos, las que están presentes en su explotación de cultivos en una dimensión aproximada de 250 mil hectáreas, de ellas, un sesenta por ciento está dedicada al trigo o al raps, este último significa el 55 % de la producción nacional.
La realidad cruda es que el rubro agrícola, la productividad de sus siembras plantaciones dependen cada vez más de una a adecuada y eficiente red de regadío.
Mi experiencia personal como hombre de la Región es que desde el año 1955 la Dirección de Obras Hidráulicas ha desarrollado en los "escritorios" seudos proyectos teniendo como base los ríos Malleco, Rahue, Quino, Cautín, Imperial, Toltén, Allipén y el Bío Bío. La particularidad de ellos es que se alimentan de aguas lluvia más que por derretimiento de nieve, lo que en determinadas épocas enfrenta graves disminuciones en sus caudales.
En La Araucania no existen prácticamente embalses, ya sean pequeños o medianos, que hagan acopio de las aguas de nuestros inviernos para enfrentar los periodos secos, cada vez más extensos debido al cambio climático.
La canalización de Lautaro, Perquenco, Victoria, Traiguén, Curacautín ha resultado un débil esfuerzo y sin proyecciones para una ampliación de cultivos.
La Araucanía fue considerada por un largo tiempo como el "Granero de Chile", pero increíblemente los mejores campos agrícolas fueron segados en su riqueza de producción al ponerlos a disposición de las grandes plantaciones forestales, que cada día hacen desaparecer el agua de las vertientes, de las napas y ríos, los pinos y eucaliptus se han posicionado en casi un millón de hectáreas.
Respetuosamente digo que hoy se ve a personeros citando a apresuradas reuniones que se evaporarán como nuestras aguas en la nada y volverán a aparecer los exiguos bonos del Estado para enfrentar la pobreza de los pequeños agricultores, transformándose en una Región reactiva y no proactiva.
Roberto Muñoz Barra,