Adultos mayores abandonados
Por culpa de esas inconsistencias burocráticas que tanto detesta la ciudadanía, y que han terminado por desvalorizar la gestión pública en lo que va de este siglo, un puñado de adultos mayores de Padre Las Casas está viviendo un inconcebible drama al verse obligados a vivir a la intemperie, luego que ellos mismos tuvieran que encargarse de echar abajo las viviendas que ocupaban en sitios de su propiedad. Los ancianos, todos ellos con exiguas pensiones, escasas redes en las cuales guarecerse y miembros del Comité de Vivienda "Los Esforzados" (el nombre es casi cruel para ellos), obtuvieron un subsidio de renovación de su casa usada, para lo cual una empresa les construirá un inmueble nuevo, se supone que con el mes de julio como fecha tope.
En su caso, el sueño de la casa propia, o renovada, más bien dicho, se ha transformado en algo muy cercano a una pesadilla, pues en enero recibieron la instrucción perentoria de desarmar sus viviendas, a fin de que la empresa encargada procediera a la edificación de la nueva. Esperanzados todos, demolieron lo que había. Algunos, los más afortunados, se fueron a vivir con familiares; los otros, los sin redes ni apoyo del Estado, tuvieron que armar improvisadas "ranchas" en los mismos sitios, cocinando al aire libre y rogando para que no llueva.
Tanto desde la Seremi de Vivienda como de la empresa encargada de las obras han recalcado que así es como funciona el sistema, que este subsidio implica botar lo que hay y que hay que esperar que se levante el nuevo inmueble, que mientras tanto cada familia beneficiada se las tiene que arreglar como pueda. En el papel, en el formulario, no huele a injusticia ni a desprolijidad. Son las normas, dicen. Pero en el terreno, cuando se ve a adultos mayores subsistiendo a la intemperie con pensiones de 80 mil pesos, imposibilitados de pagar un arriendo, o pidiendo baño a los vecinos, suena a un Estado vacío y a autoridades incapaces de visualizar lo que pasa cuando la vida va mucho más allá de lo que aparece en un papel.
El caso de Padre Las Casas debiera solucionarse pronto, ahora que el drama se ha visualizado; pero quién sabe cuántos otros hay en que la institucionalidad funciona sin apelar al sentido común.