Las historias de temuquenses que sufren la tragedia del norte chileno
testimonios. En pocas horas, intensas precipitaciones desataron una catástrofe de proporciones en las regiones de Atacama y Antofagasta donde siempre existe algún hijo de La Araucanía que debe hacer frente a estos vaivenes de la naturaleza.
Un simple viaje de negocios a Copiapó se transformó en una de las peores pesadillas para Felipe Albornoz Schmidt. El pasado martes, la capital de la Región de Atacama recibió a este temuquense con una tormenta eléctrica que si bien le inquietó no imaginó que podía pasar a mayores durante el transcurso del día siguiente.
Sin embargo, la naturaleza se ensañó y las intensas lluvias provocaron el desborde del río Copiapó dando paso a un panorama desolador donde las calles se transformaron en verdaderos ríos de agua y lodo. "Yo trabajo en arriendo de maquinarias y venía a concretar un negocio. Ahora, sólo espero salir luego de aquí y reencontrarme con mi familia en Temuco. Las bencineras están cerradas, no hay bancos funcionando ni supermercados, los colectivos cobran 3 ó 4 mil pesos por el traslado y están vendiendo agua envasada a 20 mil pesos", relata Albornoz al verse en medio de un panorama apocalíptico por una extraña jugada del destino que lo llevó hasta la capital de la Tercera Región.
"Llegamos en avión, pero ahora hay que intentar salir por tierra porque no hay vuelos y tampoco hay posibilidades de llegar al aeropuerto. Por eso intentaremos viajar en auto, pero no podré estar mañana (hoy) en Temuco como estaba planeado inicialmente. Quiero agradecer a la familia Tapia Delgado de Copiapó por la hospitalidad en medio de estas difíciles circunstancias", acotó.
Considerado como el mayor desastre pluviométrico en los últimos 80 años por el propio subsecretario Mahmud Aleuy, los últimos informes elevaban a siete los fallecidos y a 19 el número de desaparecidos en el norte e incluso se anunció una vacunación masiva en algunas zonas para evitar la aparición de enfermedades.
Las intensas precipitaciones provocaron el desborde del río Copiapó a la altura de Quebrada Paipote y el agua terminó bajando por la Avenida Copayapu y Los Carreras, dividiendo a la ciudad en dos y provocando el natural temor en la población que no está acostumbrada a este tipo de eventos climáticos como sí ocurre en el caso de los sureños. "Depende los sectores donde uno esté, pero en muchas partes el agua puede llegar fácilmente hasta las rodillas. Además es puro fango y eso después va a traer muchas enfermedades y por eso la gente acá está muy preocupada", indicó Felipe Albornoz.
nortino por adopción
Siempre con Temuco y el sur en el corazón, el periodista Marcel Gaete está hace 11 años en Copiapó, ciudad donde vive junto a su esposa y dos hijas. Aunque hoy se desempeña como encargado de Comunicaciones de la Seremi de Desarrollo Social de Atacama, a lo largo de su carrera profesional desarrollada en distintos medios de prensa le ha correspondido estar presente en tragedias, pero pocas tan devastadoras como la vivida en las últimas horas.
"En la noche habíamos tenido tormenta eléctrica con truenos y relámpagos, incluso mucho más fuertes que en Puerto Montt y Temuco. Yo soy puertomontino, pero viví muchos años en Temuco porque estudié allá y ahora mis padres y uno de mis hermanos siguen allá", expresó Gaete quien sostiene que la ciudad no está preparada para estas emergencias. "Aquí no hay colectores de aguas lluvias, en el río no se han hecho las respectivas limpiezas como lo han denunciando algunos alcaldes, pero en definitiva este es un tema de cómo está orientada la ciudad, incluso se construyó un Mall que resultó inundado hasta el segundo piso", aseguró.
Mientras el primer día la lluvia sorprendió a los copiapinos luego que cayeran entre 10 a 15 milímetros, el miércoles el agua caída superó los 32 milímetros. "La gente que lleva más tiempo acá estaba nostálgica porque la última gran lluvia fue en 1997 cuando había agua en el río. El día martes esto era como un espectáculo para la gente, pero al día siguiente el agua llegó muy arriba y sobrepasó el puente. Las señales de telefonía estuvieron con problemas por la caída de la fibra óptica y comenzó a producirse un aprovechamiento en los precios y apareció el temor ante posibles robos si las casas quedaban solas. Mi casa no sufrió daños considerables... Los vecinos en mi sector empezaron a reunirse para hacer unas especies de barricadas de manera que el agua no siguiera avanzando porque después hay una declinación hacia las casas. Los colectores que hay estaban resistiendo pero después cuando se desborda el río Copiapó, el caudal era más grande y ahí decidimos tapar el acceso", relató Gaete.
De aquí en adelante, aunque la lluvia cese no será tarea fácil levantar la zona porque la emergencia continuará por varios días. "Lo que viene ahora es que el barro que hay en Copiapó se está secando y va a quedar mucha tierra, entonces van a comenzar a aparecer las enfermedades respiratorias y todo está asociado a que la ciudad no está preparada para lluvia tan intensa".
antofagasta
Otro buen puñado de temuquenses habita en la Perla del Norte, ciudad acostumbrada a los fuertes sismos que de vez en cuando sacuden a la zona, pero no así a los desastres climáticos tan característicos del sur del país.
En este convulsionado marzo de 2015, mientras los efectos de la sequía parecen ser devastadores para nuestra Araucanía debido a la ausencia de precipitaciones, fue en Antofagasta donde las lluvias intensas causaron estragos trayendo a la memoria el aluvión de 1991 del que pese a todo sí se sacaron algunas lecciones. "Efectivamente después del aluvión del 91 se hicieron adelantos en infraestructura y por eso creo que ahora los daños fueron menores. Sin embargo, no existe conciencia del peligro y lamentablemente se vuelve a construir en las mismas quebradas y lugares que se han señalado como peligrosos", manifestó la abogada Marcela Torres, quien vive hace 26 años en Antofagasta, echó raíces y formó su familia en esta ciudad aunque sigue añorando el sur y particularmente a Temuco, su ciudad natal.
"Cómo soy sureña no me impactó tanto la lluvia fina que cayó el martes en la noche. El miércoles temprano me fui a mi oficina que queda en pleno centro de Antofagasta y a eso de las 11.00 se larga una lluvia muy fuerte que en poco rato inundó las calles. El agua sobrepasaba los tobillos y tuve que meterme al barrial para llegar al estacionamiento a buscar mi vehículo", manifestó. De ahí en adelante, el viaje en auto desde el centro de la ciudad hasta su departamento fue un caos. "Sentí mucha angustia al tener que atravesar en medio de las lagunas. Pensé que no iba a poder avanzar porque mi auto es bajo y el agua sobrepasaba las ruedas. Finalmente logré llegar a mi departamento pero viví una tarde terrible por la falta de información y el Estado de Excepción que obligó a cerrar todo", expresó la profesional.
Por distintas circunstancias de la vida, en los últimos años tiene a su familia repartida entre Santiago, Temuco y Antofagasta. "Voy a Temuco muy seguido porque allí están mis raíces. Recuerdo los crudos inviernos con mucha lluvia y frío, pero nuestro sur está preparado para eso mientras que aquí no; en unas pocas horas se puede desatar una enorme tragedia", aseveró la abogada.
Una visión similar tiene el también temuquense y periodista de El Mercurio de Antofagasta José Luis Ramírez quien explicó que la ciudad no está preparada para este tipo de eventos. "Si un sureño se enfrenta a esa lluvia probablemente no le va a llamar demasiado la atención, pero este era un aguacero digno de Temuco e incluso más intenso. Fueron por lo menos tres horas, entre las 11.30 y las 2 de la tarde, fue el período de mayor intensidad. Cuando empezó, como a los 10 minutos la ciudad ya está colapsada y cuando esto no paraba a la primera hora, había que empezar a prepararse para una emergencia mayor", precisó Ramírez quien agrega que ayer los damnificados ya superaban los 600 tras los 20 milímetros de precipitaciones que cayeron en una horas, cuando en todo un año el agua caída en Antofagasta apenas supera los 0,3 milímetros.
El periodista indicó que no hay nadie en Antofagasta que pueda decir que no le afectó. "Los problemas en mi edificio fueron mínimos pero igual entró el agua. Lo que pasa es que esta ciudad no está pensada para la lluvia, ni las casas, ni las instituciones, ni la gente está preparada y por eso es que golpea tan fuerte porque además son emergencias que tienen consecuencias para varios días después... Las casas quedan mojadas y se pierden cosas que después son irrecuperables".
Pese a que no vivió el aluvión de 1991, cree que de esa experiencia sí se sacaron lecciones para que no ocurriera una emergencia mayor. "Se construyeron piscinas decantadoras en muchas de las quebradas más peligrosas, si no hubiéramos tenido otras consecuencias. Pero, como pasa en estas cosas, uno se acuerda cuando ya está enfrentado a la emergencia y no se acuerda de manera más preventiva. Aquí además la población se renueva constantemente, hay gente que llega y se va, y por eso también todo pasa porque la gente asuma los riesgos del territorio que está habitando, de lo contrario seguirá ocurriendo lo mismo", concluyó.
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