Igualdad cuando conviene
Acabo de llegar de un viaje a zonas remotas de Cuba. Encontré igualdad: casi todos sufren carencias. Se han preocupado de tener igualdad (salvo los que detentan el poder), pero no de erradicar la pobreza. Mientras la mayoría sufra lo mismo, está bien; suena al mal de muchos, consuelo del tonto.
De vuelta recordé que hace poco se informó del porcentaje considerable de disminución de la pobreza en Chile (muy superior en términos de logro comparado con períodos anteriores). Sólo había un inconveniente: los resultados se debían a la administración anterior. No se debía celebrar, por lo cual la actual administración le bajó el perfil planteando que el problema era la falta de igualdad.
Pero la igualdad es una quimera, y no pasa de ser un discurso y en el mejor de los casos, sólo intenciones. Por lo que hemos visto en las últimas semanas no existe igualdad en el acceso a la justicia, a créditos bancarios, a cuotas de poder, a evaluación de carrera funcionaria (esto dependerá de cuán cerca estés del poder), incluso al trato en las noticias. Ejemplo: hace dos semanas enfrentamos incendios desastrosos en parques nacionales de nuestra Región, y han estado casi ausentes de los noticieros nacionales. Bastó con que lloviera en Santiago un día, y los noticieros cubrieron hasta los mínimos detalles de las calles mojadas. Otro ejemplo: frente a La Moneda se desarrolló una manifestación contra el aborto con la participación de miles de personas, pero no ocupó más de dos minutos en los noticieros centrales; en tanto un líder de una organización pro aborto o pro agenda homosexual dice algo, y toda la prensa se moviliza, incluyendo CNN con largas entrevistas.
La igualdad establecida en la Declaración de Derechos Humanos, se predica, suena y cae bien, y a la gente le gusta; pero es acomodaticia: se da cuando conviene; son sólo palabras, y se aprecia en todos los ámbitos. Por eso es que a los privilegiados -entre los que se cuentan varios congresistas- no les conviene que se destape la olla. Ello explica que algunos digan que hurgar más podría ser una amenaza a la institucionalidad, lo que quiere decir que es mucho más amplio y generalizado de lo que podríamos siquiera imaginar. Los privilegios siempre destruyen la igualdad.
El Evangelio nos dice que Dios creó al hombre y la mujer, iguales, pero diferentes. Iguales ante Dios, pero diferentes y complementarios entre ellos. No somos idénticos, y el respeto a las diferencias nos ayuda a construir igualdad. Y esto no son sólo palabras.
Andrés Casanueva,