Calefacción y bajas pensiones
Basta un breve recorrido por las poblaciones más vulnerables de Temuco y Padre Las Casas para constatar que por lejos, el segmento etário que se encuentra en peores condiciones para afrontar la tarea de comprar leña seca es el de los adultos mayores, quienes con pensiones que con suerte superan los 80 mil pesos ven con espanto que hacerse de un metro cúbico de este producto, que en esta temporada ya superó los 30 mil pesos, es una verdadera sangría económica para el presupuesto mensual. Muchos de ellos están conscientes de la responsabilidad que le compete a la ciudadanía a la hora de aportar con lo suyo en la lucha contra la contaminación atmosférica, y también saben que es la leña seca la que mejor calefacciona una vivienda, pero cuando al conocimiento no lo acompaña la capacidad económica, queda convertido sólo en una intención que con el tiempo se transforma en frustración.
Desde los organismos encargados de la alerta sanitaria y del plan de descontaminación se podrá argumentar que las fiscalizaciones en los días de preemergencia no deberían afectar a los hogares de los adultos mayores más carenciados, pero el problema va mucho más allá de pasar o no una multa enmarcada en la alerta sanitaria. Detrás de cada anciano que se ve forzado a buscar despuntes y ramas de árboles para tener el combustible que demanda su estufa, se puede vislumbrar la cara de un fracaso evidente del Estado, que no ha sido capaz, en un territorio declarado hace rato como zona saturada, de propiciar una calefacción digna para la gente más necesitada.
Las acciones de los ministerios de Medio Ambiente y de Salud, con el Plan de Descontaminación Atmosférica y de la alerta sanitaria, respectivamente, y pronto de la cartera de Energía, cuando se declare a la leña como combustible, no han considerado la realidad de aquellas personas que por más que lo intenten, no podrán con sus míseras pensiones comprar leña seca ni menos aspirar a otro tipo de calefacción, además de ser víctimas de casas construidas sin ningún tipo de aislación térmica. Es un imperativo ético que el Estado atienda a esta población, y así evitar las escenas de ancianos buscando ramas de árboles o cualquier objeto para echarle a la estufa en los días en que el frío cae como garra. El día en que tengan una calefacción digna, la Región será un mejor lugar para vivir.