La Araucanía: de Herodes a Pilato
Escuché el discurso del 21 de mayo de la señora Presidenta Bachelet. Tengo una opinión personal de su discurso, pero en esta columna no me referiré a ello, sino que a la absoluta indiferencia de anuncios respecto al tema que vivimos aquí en La Araucanía, me refiero a la situación mapuche que cada día muestra aristas de mayor gravedad para la paz y el desarrollo regional.
En todos los Gobiernos de la Concertación que he apoyado y el penúltimo de Piñera, que por supuesto no me representó, entregué antecedentes de lo que podía ocurrir en nuestros lares, por ello se me integró a Mesas de Diálogos junto con el obispo señor Manuel Camilo Vial, de los cuales debíamos retirarnos porque terminábamos hablando con funcionarios del Gobierno Regional que no tenían ningún poder de accionar.
Es cierto que el tema mapuche viene arrastrándose por muchos años, y siempre sin dar signos de solución. Quiero recordar al oficial Cornelio Saavedra, a quien el Gobierno central envío a buscar solución. Lo primero que hizo este señor fue apropiarse de 4.000 hectáreas indígenas en los alrededores de Mulchén, continuando con su acción militar dejando 525.000 hectáreas para crear reducciones mapuches.
A esto se suman las forestales, empresas que han llenado al granero de trigo con pinos y eucaliptus haciendo desaparecer las aguas para agricultores. Estos mismos son apoyados con el decreto 701 que subsidia el 75% del costo de las plantaciones, manejo y administración, además de eliminarles la tributación producto del Decreto 701.
El denominador común de los Gobiernos después de 1990 es no atreverse a incursionar en soluciones respetuosas y reales. Hoy se les carga mezquinamente la solución a los parlamentarios, intendentes, mapuches y agricultores.
Esta es materia de Estado. Mientras estábamos en las mesas de diálogo nos mandaron delegados presidenciales los que daban frustrantes vuelos en helicópteros, lejos de los involucrados, ahora está de moda el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, que con su cara hermética de muy pocas palabras termina sus visitas con un apretón de manos y una ácida sonrisa. Después continúan las quemas de camiones, maquinarias, galpones y bodegas. O sea, el Gobierno se lava las manos y deja que Herodes mande a Pilatos, quien se lava las manos y termina crucificando La Araucanía.
Roberto Muñoz Barra,