21 de falacias
Cuando se utilizan falacias en la argumentación de un discurso tan importante como el del 21 de mayo, nos queda la duda -razonable por cierto- de qué se nos quiere hacer creer y hasta donde le creemos a nuestras autoridades. Más aún si la propia autoridad "nos pide que le creamos". Pero el mayor problema es que quien pronuncia este mensaje, es la Presidenta de todos los chilenos y es aquí donde la credibilidad se va a pique.
Decir por ejemplo, que a contar del año 2018 el 92% de los alumnos que estén en colegios municipales o particulares subvencionados no pagarán, tiende a hacer creer que en la actualidad gran parte de ellos paga. Sin embargo, hoy más del 82% de estos niños ya no paga y nunca ha pagado. Asimismo, cuando se promete que a contar del 2016 la educación será gratuita para el 60% de los alumnos que asistan a centros de formación técnica (CFT) sin fines de lucro, pero se omite decir que son sólo 8 los CFT que cumplen con esta condición y que los demás alumnos vulnerables que asisten a los 62 restantes, no obtendrán este beneficio, lo que se hace es engañar a la opinión pública.
Pero el discurso del 21 de mayo no sólo estuvo lleno de falacias, también estuvo cargado de discriminación, pero disfrazada de la famosa "igualdad". Cuando se prometen beneficios sólo para los niños y niñas que asisten a escuelas municipales, discriminamos a igual cantidad de alumnos -y familias- que han preferido escuelas particulares subvencionadas; que tienen las mismas necesidades y que son igualmente vulnerables. Cuando se pretende implementar gratuidad para un pequeño grupo de alumnos y se deja fuera a todos los jóvenes que buscan una oportunidad en la educación superior y que por supuesto, estudian en universidades privadas -sin fines de lucro- o en los 62 CFT que quedarán fuera del beneficio de gratuidad, claramente también se discrimina.
Pero los chilenos no somos tontos y nos damos cuenta cuando nos están "dorando la píldora". Por eso necesitamos autoridades que digan menos y hagan más. Que dejen de prometer lo que de antemano saben que no van a poder cumplir y que dejen de engañar a la gente con falacias que lo único que logran, es ahondar más aún el grave problema de credibilidad que tenemos los chilenos sobre los políticos. Sino ninguna comisión, por bonito que sea su nombre, va a mejorar el clima de incertidumbre y desconfianza que reina entre los chilenos hoy en día.
Ricardo Barría