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El pequeño cementerio Tripaiñán de Malpichahue del sector rural de Lautaro se hizo pequeño para contener a la enorme cantidad de personas que llegaron ayer por la tarde para dar su último adiós a las seis víctimas del accidente de la madrugada del jueves pasado, ocurrido a las afueras de Parral, en la Ruta 5 Sur.
Los féretros de Alejandra Monroy Quipaiñán, su esposo Ronald Curinao Elgueta, el hijo de ambos, Ronald (11); Ingrid Savaria y sus hijos David (7) y Nicolás (4), pese a haber sido velados en distintas viviendas, terminaron unidos en el sepelio, tal y como estuvieron unidos en vida. Y es que ambas familias eran oriundas de Malpichahue, en el sector rural de Lautaro, ambas familias debieron dejar sus raíces para tentar suerte laboral en Santiago, y finalmente, las seis personas decidieron viajar juntas desde la capital hasta las casas de sus familiares en La Araucanía, para disfrutar de sus vacaciones de invierno.
Siete personas viajaban en el vehículo conducido por el lautarino Ronald Curinao al momento del choque fatal, sobreviviendo solamente el segundo hijo del matrimonio Curinao Monroy, Cristóbal de 4 años.
Antecedentes policiales señalan que el accidente ocurrió cerca de las 04.00 horas del jueves pasado, en el kilómetro 342 de la ruta 5 Sur, a la altura del cruce Catillo, frente a la entrada sur de Parral. El conductor del automóvil habría perdido el control del volante aparentemente al quedarse dormido, estrellándose el vehículo a toda velocidad contra el poste metálico de una señalética, para después caer a una zanja.
"Sólo quedó vivo mi nietecito más pequeño (Cristóbal), que está internado en el Hospital de Talca", señaló Armando Curinao, padre de Ronald, quien fue a buscar el cuerpo de su hijo hasta Parral para traerlo de regreso a su tierra, cumpliendo de alguna forma el deseo que mostró horas antes de morir, al tomar rumbo a Malpichahue junto a su familia.
Desde las dos viviendas donde se realizaban los velatorios -separadas una de otra por 5 kilómetros- partieron los cortejos, reuniéndose en la ruta Lautaro-Galvarino.
Pasadas las 15 horas se dio inicio al funeral de las seis víctimas, 3 adultos y 3 niños. En medio del dolor de una gran cantidad de vecinos, autoridades locales -encabezadas por el alcalde y concejales- y familiares de las comunidades mapuche de Malpichahue, el cortejo avanzó por los campos y los caminos cubiertos por el barro, hasta el sector donde las cruces de madera apuntaban a los huecos abiertos en la tierra, última morada de las dos familias lautarinas.
Más de mil personas acudieron a despedir a estos vecinos, cuyo retorno a su tierra natal se viera truncado por la muerte en la zona central.
El alcalde de Lautaro, Miguel Jaramillo, representó el sentir de la comuna de Lautaro ante esta cruel pérdida. "Lautaro está de luto, son seis vecinos conocidos y queridos los que perdieron la vida trágicamente, y que han sacudido con fuerza a los vecinos de Malpichahue y de toda la comuna", dijo.
Los familiares de las víctimas entregaron su último adiós al pie de las cruces y de los seis féretros, uno al lado del otro.
Especial emoción se vivió en el pequeño cementerio cuando el esposo de Ingrid Savaria y padre de los 2 pequeños fallecidos, David y Nicolás, puso a correr en un pequeño parlante la canción preferida por su pareja.
Tras las palabras de los deudos, se procedió a enterrar los cuerpos. Así, se cerró el círculo que comenzó a abrirse cuando las dos familias decidieron viajar juntas de vuelta a La Araucanía.
Quizá si el mejor resumen de la triste jornada estuvo en la inscripción del letrero del Cementerio Tripaiñán: "La raza nos hermana, la tierra nos une".