Cada día me convenzo que el discurso de derechas e izquierdas sobre los derechos humanos, en su esencia fundamentales, a la hora de respetarlos son puro cuento.
Hoy en día no sólo los derechos humanos están secuestrados por una izquierda pauteada por una liberalización irresponsable. No existe en la historia país del "progresista" eje de izquierda que haya logrado emerger respetando todos y cada uno de los derechos que se esgrimen con tanta elocuencia. A la hora del cautivador discurso, hay "derechos regalones" que eliminan los más esenciales. Y ciertamente la situación no es mejor en los países de bloque derechista, donde la deshumanización por anhelos lucrativos sin límite provoca guerras, éxodos y explotación que ni hace cosquillas en la conciencia de sus líderes. La cultura de la muerte tiene muchas caras.
En fin, lo cierto es que cuando se trata de ir adelante con ciertos "derechos", los grupos de interés presionan a nivel internacional para establecer sus agendas, y nuestros honorables responden con celeridad. Es el caso del aborto. Cuánta premura y aceleración le han dado a la despenalización del mismo, como si del fin del mundo se tratara (llevando a sus socios de la Democracia Cristiana a traicionar sus nociones fundantes, borrando de paso su apellido); Y lo urgente sigue sin avanzar: listas de espera mientras se mueren los pacientes o mendicantes de una hora de atención médica; ese derecho sigue siendo secundario para autoridades y congresistas.
El Gobierno y muchos parlamentarios no aceptan que la Constitución asegura: "El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona. La ley protege la vida del que está por nacer". Muchos dirán que es una razón más para cambiar esa ignominiosa Constitución herencia de la Dictadura; que los países deben avanzar y respetar lo que el contexto mundial determina. Pero la Carta Universal de los DDHH en su artículo 3 dice "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona". ¿No son acaso esos derechos, fundamentales?
En síntesis, los cristianos sabemos que muchos no aceptan nuestro compromiso con la vida pues basamos nuestra fe en la Biblia. Pero aun los documentos y acuerdos fuera del contexto de la fe, no son respetados por aquellos que anhelan eliminar la vida de los inocentes. La discusión sobre la legalización del aborto en Chile, también era puro cuento, pues desde el principio sabíamos que se iba a aprobar, no por ser una necesidad, o porque detrás hubiesen dramas reales, sino por que la cultura de la muerte tiene muchas caras, pero su esencia está en el corazón humano.
Andrés Casanueva Consejo de Pastores