Frases
"Aquí lo que algunos intentan es sacar alguna pequeña ventajilla de no sé de qué cosa respecto de la Presidenta".
Andrés Jouannet
"Hemos venido a dar nuestro apoyo, dando gracias a Dios que no hay personas lesionadas".
Luis López
"Aquí lo que algunos intentan es sacar alguna pequeña ventajilla de no sé de qué cosa respecto de la Presidenta".
Andrés Jouannet
"Hemos venido a dar nuestro apoyo, dando gracias a Dios que no hay personas lesionadas".
Luis López
Desde que hace 18 meses que se instauró el período presidencial 2014-2018, la Presidenta Michelle Bachelet ha visitado la Región en una sola oportunidad, en marzo de este año, cuando la erupción del volcán Villarrica obligó al Gobierno a asumir una nueva emergencia derivada de desastres naturales, partiendo por la evacuación de miles de personas que se encontraban en la zona de riesgo de la zona lacustre. En aquella oportunidad, la mandataria visitó fugazmente la comuna de Pucón para comprobar la respuesta de los organismos de emergencia ante la coyuntura volcánica, y a pesar que muchos albergaron la esperanza de una extensión de su visita, así como prontamente llegó a esa comuna, prontamente abandonó los márgenes de La Araucanía.
Mientras que la figura presidencial ha visitado asiduamente otras regiones del país, en el caso de La Araucanía su breve recorrido por Pucón figura hasta ahora como la única ocasión en que Bachelet ha llegado hasta este territorio, por lejos el que necesita la mayor de las atenciones de parte del Poder Ejecutivo en vistas de la conflictiva situación que se vive por la tensión derivada de las demandas territoriales del pueblo mapuche y los atentados que han sembrado la incertidumbre acerca del real imperio del Estado de Derecho en las zonas rurales. Quien prendió las alarmas acerca de esta falencia fue el propio obispo de la Diócesis de Temuco, monseñor Héctor Vargas, quien luego del Te Deum del pasado 18 de septiembre fue más que claro al señalar que "es un deber de un Presidente visitar todo su país".
Contrariamente a lo que se ha intentado señalar desde círculos afines al oficialismo, no se trata de una polémica artificial. La Araucanía, como la región del país que demanda la mayor de las atenciones de parte del Poder Ejecutivo, necesita de señales concretas acerca de la inquietud de la Presidencia de lo que acá ocurre. Antes que mediaciones a las que probablemente concurren autoridades regionales y parlamentarios del oficialismo, no habrá mejor termómetro de lo que pasa en esta Región que una conversacion franca con los actores de la sociedad regional, para conocer en persona la sensación de inseguridad que se ha instalado en los sectores rurales y en la Ruta 5 Sur, independiente de las mezquindades políticas que se puedan argumentar para explicar esta ausencia.
Desde que asumió el actual Gobierno, desde organismos políticos, municipales y gremiales de La Araucanía se han extendido ya al menos diez invitaciones para que la Presidenta Michelle Bachelet visite la Región, ninguna de las cuales ha podido prosperar. Más que intentar sostener si corresponde invitarla o no, lo que no se alcanza a comprender es por qué La Araucanía, en 18 meses, es la única región del país en la que no se han materializado presencias presidenciales oficiales. Es indudable que el Ejecutivo está acumulando una deuda con la Región.
La presencia de suelos ricos en aluminio en la zona comprendida entre Bío Bío y Llanquihue con posibilidades de transformarse en yacimientos de tipo comercial, fue dado a conocer por el investigador Arturo Hauser Yung, del Instituto de Investigaciones Geológicas. Chile carece de yacimientos de aluminio explotables.
Un accidente digno de una película hollywoodense protagonizó un joven de 28 años en Victoria luego que tras conducir totalmente ebrio y a altísima velocidad, contra el tránsito y justo frente a la Cuarta Comisaría de Carabineros, fuera objeto de una persecución, chocara con un poste, causara un apagón y cayera al río.
Más lento que de costumbre, pero en normalidad, se encuentran atendiendo las aduanas chilenas desplegadas en La Araucanía, esto es Puesco (Mamuil Malal), Icalma y Pino Hachado, pese al paro que las aduanas argentinas realizaron durante estas Fiestas Patrias y que culmina precisamente el día de hoy.
Hay una pregunta que ronda en la actual discusión sobre la Universidad y, en un sentido más amplio, sobre la educación misma. Se trata del papel que esta debería desempeñar en la sociedad, su vínculo con la comunidad y la estrategia para alcanzarlo. Esta cuestión es tan relevante que deberíamos invertir nuestros esfuerzos académicos en pensarlo (ojalá de forma pública) y la comunidad en exigirlo. Si la Universidad es la meta que todos exigimos y deseamos para nuestros hijos, resulta relevante preguntarse ¿qué sentido tiene pasar por un aula universitaria? Esto tiene aún más relevancia cuándo pensamos en carreras universitarias del ámbito social, humanista o pedagógico.
Parece bastante claro hoy que ser un profesional universitario no garantiza movilidad social. Es decir, no se estudia periodismo, sociología, historia, arte, incluso algunas ingenierías, pedagogía, etc., para hacernos millonarios. Todos los años leemos esos odiosos ranking donde se muestran las carreras peor remuneradas. Aún así lo/as estudiantes las eligen. Entonces el problema general se va recortando y caemos en cuenta que si no pensamos y, en ese camino reflexivo, valorizamos lo que las Ciencias Sociales, las Humanidades y la Educación, aportan a la sociedad, tendremos universidades convertidas en verdaderos centros tecnológicos y de salud. Evidentemente estas áreas deben seguir existiendo, pero afirmadas en profundo soporte humanista y social.
Hace algún tiempo discutía esta situación y mi planteamiento era muy sencillo. Más allá de cualquier discusión histórico epistemológica, las Ciencias Sociales, Humanas y de la Educación tienen sentido en su vinculación con los problemas que toda sociedad presenta en su tiempo. También, y de manera no menos importante, con la posibilidad de pensar el cambio social. La capacidad de detectar adecuadamente los problemas de la sociedad, sacándolos a luz y, en algunos casos, incluso proponiendo nuevas formas de relación con los otros y con las instituciones, es un logro sumamente relevante para la Universidad. Es, en realidad, un beneficio para la sociedad en su conjunto.
Por último, me gustaría volver a un principio general. En la universidad se forman personas. No sólo se forman profesionales en el sentido de individuos con una cantidad de conocimientos técnicos. En verdad, la universidad debería formar personas que entiendan y valoren al otro en su diferencia, que busquen permanentemente modificar la realidad en beneficio público. La universidad es el espacio de la universalidad. Cuando la gente majaderamente señala que los cientistas sociales y humanistas son resentidos y desconformistas, la respuesta es muy sencilla. Sí, siempre y cuando por ello entendamos que la crítica es una actividad fundamental para la mejora permanente de lo humano.
Luis Nitrihual académico Ufro