Gastronomía política y ficción
Leo en un diario local que las jerarquías políticas regionales de la Nueva Mayoría se reúnen en un cónclave en el restorán Portofino de cerro Esperanza. Se agrega que tiene el carácter de secreta. Alguien me comenta que en ese local se han tejido las más siniestras tramas político criminales de la región, más aún, es una locación identificada con una de las mafias políticas de la DC. Todo en la perspectiva del relato conspirativo, que es el que más le viene a la voluntad de ficción. Desde el punto de vista de la perversión política, es decir, de esa tendencia abusiva de los que detentan el poder de demostrar arrogantemente la continuidad y perpetuación de sus prácticas, podemos decir que aquí no hay espíritu democrático ni nada que se le parezca, ni siquiera impera el maquiavelismo clásico, sólo se impone la lógica sicopática del poderoso que reitera el gesto odioso que lo hace indigno y ruin, que es la toma de distancia. Recordemos que el viaje del senador Pizarro, además de satisfacer su fanatismo deportivo, es un acto de desprecio.
Lo que hacen estos comensales es algo parecido; nos dicen algo como lo siguiente: "Nos juntamos los malditos para que nos vean, y cerramos las puertas para jugar al poder. Aquí decidimos por ustedes y contra ustedes. Chupamos y comemos para compartir con el grupito de iguales ese desprecio del que somos acreedores. Somos despreciables, qué duda cabe".
Me encantaría saber cuál fue el menú, me imagino que debe haber sido algo muy rasca y picante (en el sentido aspiracional). Me lo dice un informante que viene de ese mundo. Porque ahí está representado todo ese clasemedianismo arribista provinciano que copia malamente los modelos oligarcas, creyendo ingenuamente que esa es la regla vital. Probablemente carnecitas, recordemos que esto fue en un contexto dieciochesco, se trata de un restorán pretencioso y que no tiene una buena línea gastronómica. Eso me dice mi informante, reconociendo que en Valpo hoy en día hay una buena oferta al respecto. No cree que hayan comido la asquerosa chorrillana, pero cosas parecidas sí.
Uno como ciudadano de a pie se pregunta cosas elementales: ¿quién pagó la cuenta, fue licitado por Chile Compra, por qué se beneficia a un privado, por qué no hicieron la reunión en la Intendencia, o en el Club Orompello, que queda a la vuelta; habiendo tan buenos restoranes, mucho mejores que ese (según me informan), como el Menzel, el San Carlos, el Moneda de Oro, el Victoria, el Renato, La Vieja de las Cazuelas o Los Deportistas, el mismísimo Fauna, etc, (incluyendo parroquianos), en donde cada cual mate su toro? Alguien debe responder esas preguntas. La clase política demuestra con esto que es un cadáver que se resiste a morir o que no es capaz de asumir que está en el patio de los callados.
Lo que sí tengo claro es que un capítulo de la novela que trato de escribir va a tratar de esa comida. Allí habría un personaje, de ficción, un operador político oriundo de Villa Alemana, con ambiciones políticas y que por ahora le lleva el maletín a algún poderoso, desarrollando actividades secundonas o de asesor. Por eso le solicito a algún garzón o a algún participante que me informe de los detalles, de los vinos, del pisco sour, de la entrada y esas cosas. Y, por cierto, de los modales de mesa y de las tallas, etc. Es mi pega, disculpen, de antemano muchas gracias.
POR Marcelo Mellado*