Tuve el privilegio de contemplar una de las últimas versiones de la cinta 'El origen del cielo', ópera prima del director David Belmar (Curacautín, 1985), que se estrena en el Teatro Municipal de Temuco hoy lunes 19 de octubre, a las 20 horas. La película narra las vicisitudes de un joven exiliado de su lar, donde trabajaba junto a su padre en un aserradero, y que por una de esas perfidias del destino -una de "esas desdichas que los dioses tejen para que los hombres tengan algo que contar" (Homero)- se emplea como guardia, bajo las órdenes de un oscuro personaje que desemboca la tragedia final.
Además de la más que creíble actuación del estudiante de la Ufro Andrés Eliquitay, resalta la del periodista y escritor Aníbal Barrera, autor de la reciente novela 'La saga de un ex capitán' (Editorial Momentum), quien según Belmar llamó la atención de especialistas europeos, pues la cinta del oriundo de Curacautín, que será hasta presentada al festival de Cannes, se mueve en esos ámbitos que, quizá si a despecho de una mayor popularidad, apuestan por un arte -digámoslo así- puro y duro, donde no medien trucos de marketing ("pongamos a Mengano que es un tipo conocido", "démosle a la gente lo que ella quiere ver"). En ese sentido, Belmar apela -con Robert Bresson- a un sentido actoral donde se privilegie al arquetipo, al personaje que es ante todo él mismo y no el que "hace de"; por eso no es casual que, salvo dos excepciones, no haya en el casting actores profesionales.
Un conocido productor temuquense, de cabello verde y verborrea impresentable, quizá de manera oportunista aseveró que 'El origen del cielo' (70 minutos) estaba destinado a ser el primer largometraje de ficción realizado en La Frontera con un estándar internacional. No sé si aquello sea cierto o si acaso importe demasiado. Lo único verdadero es que, a estas alturas del vértigo, me parece que el circuito comercial del cine -y de las artes en general- debiera asumir riesgos para, acaso si a despecho de una pérdida económica, educar el gusto de las audiencias. Y por otro lado, los ¿sectarios? del arte puro y duro asumir estrategias de visibilidad, para salir del eterno solipsismo, de la conversación entre pocos, e irrumpir en el ágora social y cultural con el legítimo derecho -que tampoco es absoluto- de la sagrada perspicacia.
Luis Marín
autor de "Nostalgia del futuro, biografía del poeta Jorge Teillier"