"Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura", dijo alguna vez el Minotauro: un personaje mitad toro y mitad ser humano, retomado alguna vez por Borges, y cuyo desenlace -como el de tantos seres mitológicos desestimados por esta modernidad engreída y vacilante- fue ser guardado en el baúl de la fantasía y de la superstición, o en el mejor de los casos en los libros y filmes de pasatiempos y en los videojuegos.
A no dudarlo, aquella actitud se condice con uno de los protocolos esenciales del racionalismo: explicar de manera verosímil y sensata aquello que llamamos realidad. Una explicación donde se desestiman todas aquellas verdades o mitos que se asumen como superados por la historia y por la lógica… que a su modo también son un mito: el del 'progreso indefinido'.
Pero los porfiados hechos [es cosa de informarse -por ejemplo, y más allá del efectismo- sobre los recientes atentados de París, no sin antes visitar a lo menos medio centenar de hojas antes de abandonarse al Fifa 2016; o hacer algo análogo -¿no parece sensato, estimados coterráneos?- con el llamado conflicto mapuche-chileno], nos llevan una y otra vez a ponderar que lo verdaderamente supersticioso, quizá lo verdaderamente anómalo, parece ser esta modernidad, que pretende esconder bajo la alfombra la complejidad insondable de lo que somos. ¿Será preciso reiterar que los mitos no son la irrealidad, sino explicaciones verosímiles (como la ciencia) de la realidad misma?
El fin esencial de las anteriores digresiones -y bueno es que lo sepa ya el lector- no es otro que dar a conocer mi decisión de aceptar el nombramiento al cargo de presidente provisorio del Colegio de Periodistas de La Araucanía, que se realiza esta semana, en reemplazo de la colega Karimme Riadi, cuya gestión inapelable se vio interrumpida por motivos de salud. Mi aceptación de dicho cargo -algo inaceptable para más de algún pesimista sospechosamente disfrazado de pragmático- quizás me permita dar algunos pasos en orden a uno de mis ya esbozados anhelos: acercar el periodismo a la cultura… y acaso como un hecho necesario y por qué no decirlo inexorable.
Luis Marín, autor de "Nostalgia del futuro, biografía del poeta Jorge Teillier"