El otro día asistí un rato, no podía quedarme mucho tiempo porque andaba con mi hijita, a una reunión de la SECH (Sociedad de Escritores de Chile, sede Valpo) a la que fui convocado, por una instancia refundacional, mandatada por la SECH capitalina. No me referiré a la anterior directiva, porque no vale la pena cuando los síntomas apuntan, necesariamente, a una nueva articulación entre escritore(a)s, más genuina y honesta. Además, es un oficio que necesita un espacio asociativo, como otros que ya son una tradición institucional.
En Valparaíso ha costado mucho unir y consolidar voluntades para producir una nueva institucionalidad cultural. Lo mismo podría decirse a nivel político ciudadano. Todavía subsiste el espíritu de la querella menor en sectores con marcada tendencia a criminalizar las prácticas culturales y políticas, pero se trataría de grupos de interés, cuya única preocupación a estas alturas no es la producción de obra, sino la ocupación de lugares que tengan el aroma del privilegio social e intelectual.
El espíritu de los escritores residentes en Valparaíso convocados es de franca voluntad de participación, para resolver temas propios del gremio que son muy importantes para su desarrollo, ya sea aquellos que dicen relación con la institucionalidad o por temas previsionales, de salud u otras necesidades, como puede ser la inserción laboral.
Con más de algunos de los escritores convocados tuvimos en alguna oportunidad alguna áspera diferencia, propia de las polémicas del campo literario que, muchas veces, tienen que ver con estrategias posicionales o distancias político culturales, pero que hoy por hoy se diluyen porque hay urgencias inmediatas que provocan el espíritu corporativo. Percibo el surgimiento de un nuevo momento, de esos que cierta siutiquería llamará histórico y que no son otra cosa que la reacción ciudadana contra un orden injusto que entró en crisis y en proceso de disolución. En lo personal, creo que hay modelos institucionales que se están despedazando y que es el momento de realizar los actos de responsabilidad cívica y cultural correspondiente.
Siento que los artistas de mi generación son más interesantes y más astutos de lo que imaginé. Han aprendido de la necesidad de agruparse no por razones espurias, sino que han entendido lo importante que es mejorar las condiciones de trabajo. Y eso es, en parte, porque gracias al movimiento de editoriales independientes ha existido una mayor visibilidad de la pega literaria, tanto a nivel nacional como en el extranjero. Gracias a que la tecnología abarata costos de producción ha sido posible la potenciación de un mercado libresco que las ferias de estas editoriales independientes han dinamizado.
En Valparaíso la poeta Gladys González se ha dedicado a desarrollar este tipo de eventos de fomento de la producción textual con una gran delicadeza a lo largo de todo el año 2015 en algunos sitios de la bohemia porteña y ahora en el Parque Cultural. Y a pesar de la envidia que como pecado capital exhibe mucho candidato(a) ansioso(a) de convertirse en escritor(a), tenemos una instancia en la que nuestro trabajo puede llegar a tener lugar. Todo esto a pesar de que a mí me cuesta mucho participar en cosas públicas por una fobia que se me ha ido acrecentando con los años.
POR Marcelo Mellado*
* Escritor y profesor de Castellano. Es autor de "La batalla de Placilla" .