Andrea Arias
El Austral, en el marco de los festejos centenarios, reconoció el apoyo y la sacrificada labor de la suplementera Ana Rosa Soto Muñoz (55) del Sindicato Araucanía, quien lleva 50 años junto a El Austral.
Esta hazaña es posible porque como ella cuenta comenzó a vender diarios junto a su madre cuando tenía sólo cuatro años. Entonces era 1965 y El Austral estaba en manos de la Sociedad Periodística del Sur (Sopesur).
Ana, sin lugar a dudas, es toda una institución en el círculo de suplementeros y lectores de El Austral, ya que su propia vida está unida a la historia de esta casa periodística.
De hecho ha tenido que adaptarse a los cambios tecnológicos, institucionales y sociales que ha experimentado El Austral en las distintas etapas desde los años '60.
Esto implica que la manera de vender el diario también ha evolucionado y Ana como todos los suplementeros ha debido adaptarse.
Son los primeros años que se dedicó a este oficio los más difíciles, ya que sin importar las inclemencias del tiempo, con frío o con lluvia, se levantaba a las 5.30 de la madrugada para vender El Austral arriba de una bicicleta.
-¿Cuántos años alcanzó a pedalear y gritar El Austral antes de la artrosis?
-Ya no ando en bicicleta. Fueron 38 años de mi vida vendiendo Australes arriba de mi bicicleta. Antes no tenían cambios, por eso tengo artrosis en las rodillas, problemas en las caderas y ahora me manejo con la ayuda de un bastón.
-¿Y cuáles son las gratificaciones del oficio?
-Fueron sacrificados, pero lindos. Esta es una pega linda. Me ha servido para ser independiente, ya que una vez separada me he podido mantener sola. Compré mi casa, ahora tengo un auto y eduqué a mis cuatro hijos.
-¿Cómo era la pega esos años arriba de la bicicleta?
-Eran otros tiempos. La pega no era tan complicada, porque no había tanta competencia como ahora. Antes los únicos que vendían El Austral éramos nosotros, ahora está en todas partes y eso nos limita bastante. En esos años, la relación entre los suplementeros y el Diario también era distinta. Más cercana. Yo recuerdo que tomaba mate con don Littré Medina. Nos preguntaban más también y así debe ser, ya que somos nosotros los que vendemos el Diario y sabemos lo que la gente busca.
-¿Qué busca la gente?
-¿Han cambiado muchos los lectores?
-La gente sigue buscando la crónica roja. Cuando se dice que es sensacionalista, sí claro, pero eso vende. Siempre ha sido así. Hasta mi kiosco llega gente que me pregunta por accidentes específicos y del conflicto no quieren saber nada. Ya están aburridos de los atentados.
-¿Qué se siente recibir este reconocimiento?
-Es muy bonito y estoy agradecida por ello. Me quedan unos años más.