Héctor Ochoa
Su partida se llevó al último restaurador de libros del sur de Chile; aquellas manos que dieron un nuevo aliento a esos ejemplares que estaban destinados al olvido, pero que con su dedicación tuvieron una segunda oportunidad. Recientes o de antaño, ninguno se salvó de los cuidados de Ricardo Villa, quien dejó un legado que perdurará por siempre.El temuquense (1959), que trabajó por más de tres décadas en un oficio en peligro de extinción, se convirtió en un eximio cirujano de libros, ya que con la ayuda de sus tijeras, pinzas, brochas y paletas mecánicas devolvió la vida -entre otros- a un ejemplar del siglo XIX de La Araucana, además de una biblia de 150 años.
Querido, admirado y respetado dentro y fuera de la Universidad Católica de Temuco, donde trabajaba en una pequeña oficina de la Biblioteca del Campus San Francisco, Villa soñaba con perfeccionarse en el extranjero y con traspasar su legado a nuevas generaciones, ya que él era el único restaurador de libros de Concepción al sur y uno de los pocos que existen en Chile.
"El aroma de un libro significa historia, pero un pasado interesante, no ese reciente de las hojas nuevas. Los antiguos, tienen un olor que irradia mucha sabiduría", comentaba Ricardo Villa, en enero de 2014, a El Austral.
Reconocimiento
"Sus manos rescataron muchos años de historia y como él mismo expresó en algún momento, su taller era su mundo, los libros eran su vida y amaba su trabajo. La vocación y dedicación son valores de Ricardo que recordaremos por siempre", dijo el rector de la Universidad Católica de Temuco, Aliro Bórquez, quien además señaló que "su partida es sin duda una enorme pérdida para nuestra institución y para el mundo de la restauración, oficio muy escaso en Chile".
"Decía que un libro es el nexo de conocimiento entre una persona y otra, por lo que su valor es inmenso", agregó.
El responso se realizará hoy, a las 11 horas, en la Iglesia San Francisco de Temuco, ubicada en Manuel Montt esquina Prieto Norte, para continuar con los funerales en el Cementerio General, en donde los presentes dirán "hasta siempre" al último restaurador de libros de La Araucanía.
1959 fue el año
en el que nació este padre de dos hijos y el único restaurador de libros de Temuco.