Lorenzo Lovera
El viernes 15 de enero de 2016 el pánico se apoderó, tanto en el interior como en las afueras de la cárcel de Temuco, al quedar al descubierto la instalación de una bomba de alto poder destructivo en una de las murallas.
A 67 días de aquello, la Fiscalía de Alta Complejidad confirmó, gracias a un peritaje del Ejército, que el explosivo adosado al penal regional contenía un explosivo de uso militar, al encontrarse componentes de C-4 en los 13 cartuchos que no alcanzaron a detonar.
Según informó la misma Fiscalía, la persona que la mañana del 15 de enero instaló el artefacto "sabía direccionar la carga para hacer un forado". Ahora bien, consultado el órgano persecutor respecto de las personas que participaron en dicha acción, éstos precisaron que aún hay antecedentes pero que faltan algunas pericias.
INFORME
El mismo peritaje, basado en cálculos matemáticos, indicaron que "la brecha que se produciría en la pared, dada la ubicación y características del artefacto, podrían haber provocado un daño de aproximadamente 40 metros alrededor del lugar", según informó el fiscal vocero, Roberto Garrido.
Al ser consultado el mismo persecutor por los resultados de los ADN levantados en el sitio del suceso por los efectivos del Laboratorio de Criminalística de Carabineros, éste aseguró que aún no han sido derivados al fiscal Miguel Ángel Velásquez.
Hasta el minuto, según ha podido indagar el fiscal de la causa, Miguel Angel Velásquez, la tesis más potente que explicaría la colocación de la bomba, dice relación con que se habría querido facilitar el escape de una banda que a esa hora estaba precisamente en el sector del gimnasio, lugar más próximo a la muralla de calle Las Heras.
Al respecto, el fiscal vocero del Ministerio Público, Roberto Garrido, detalló que "ha ido adquiriendo mayor fuerza la hipótesis en cuanto a que la colocación de este objeto tenía por objeto el abrir un forado en la pared y está relacionado con una eventual fuga".
Acto seguido, Garrido agregó que las diligencias han arrojado que "existen algunas líneas de investigación concretas en cuanto a la participación de individuos determinados".
Los mismos antecedentes, refieren que a la hora en que se instaló la bomba - minutos antes de las 11 de la mañana - 25 internos estaban realizando actividades recreativas en el gimnasio del recinto penal, y al menos, se tiene la casi total certeza de que un grupo de ellos tenían planeado huir.
Con esto, la Fiscalía descarta por completo que la instalación del artefacto tenga conexión con grupos mapuches y anarquistas.
Seguridad
Lo ocurrido la mañana del 15 de enero en el penal de la Región puso en el tapete el nivel de seguridad que existe en la construcción de calle Manuel Balmaceda N° 450.
Al respecto, el director regional de Gendarmería, coronel Luis López Cisterna, precisó que en calle Las Heras - donde se instaló la bomba - los trabajos se centraron en "la instalación de cinco cámaras de vigilancia que hoy día permite al personal de Gendarmería tener vigilado ese sector, lo que implica que ante cualquier situación anómala, mejora los protocolos de reacción y de seguridad".
Adicionalmente, López Cisterna explicó que los trabajos implicarán mejoras al muro donde se adosó la bomba, detallando que aquello es para poder "mejorar mediante vigas de hormigón, cambiar la infraestructura de funcionamiento interior, con costos que tiene que asumir en Santiago".
C-4
El C-4 es un explosivo plástico de uso militar. Antecedentes del mismo Ministerio Público señalan que este tipo de bomba no había sido encontrada desde el año 2009.
Su gran poderío, la sitúan como uno de los explosivos más potentes tras el TNT y su adquisición en Chile no es factible, ya que sólo está en poder de las Fuerzas Armadas.
"Existen algunas líneas de investigación en cuanto a la participación de individuos determinados".
Roberto Garrido, fiscal vocero Ministerio Público