Nuevas casas para La Araucanía
Los alimentos deberán lucir un etiquetado que va entre uno y cuatro rombos negros, dependiendo de cuántas de estas categorías tengan. Viviendas de mejor calidad, de mayor superficie, barrios y ciudades integradas, son el norte.
El Programa Extraordinario de Reactivación Económica e Integración Social, conocido también como DS N°116, anunciado por la Presidenta Bachelet en enero de 2015, ya exhibe importantes logros en la Región de La Araucanía. La alianza entre el Minvu y el sector privado, con colaboración de la Cámara Chilena de la Construcción, no solo se ha traducido en una clara contribución al proceso de reactivación económica, sino que también permite ampliar la oferta de viviendas para familias con subsidio habitacional sin materializar, incentivando además proyectos habitacionales que integren grupos familiares de sectores medios y vulnerables.
En la Región de La Araucanía se postularon 25 proyectos, equivalentes a un poco más de 4 mil 900 viviendas. De esta cifra, cumplieron con los estándares de diseño, calidad, ubicación y plazo de ejecución 19 proyectos, que permitirán la construcción y entrega de un total de 4.085 viviendas hasta fines de 2017. Es importante destacar que 2.382 de ellas serán terminadas durante 2016, y las 1.703 restantes, serán entregadas a fines del año próximo.
En términos globales, el impacto económico del programa permitirá la contratación directa de más de 65 mil puestos de trabajo y generar más de 43 mil empleos indirectos. Los proyectos vigentes alcanzan a los 265, con un número total de 44.923 viviendas, distribuidas en todas las regiones del país, salvo Aysén. De ellas, más de un 20% están destinadas para familias vulnerables.
Más allá del éxito cuantitativo de este programa, el número de unidades habitacionales construidas y de los acotados plazos que involucra dicho proceso, es importante destacar el componente de integración social de todos y cada uno de los proyectos, más aún si se reconoce que antaño, los distintos barrios de Chile eran una muestra palpable de diversidad social. En ellos, los niños y jóvenes, independiente de la ocupación o ingresos de sus padres, compartían los espacios públicos y se educaban en las mismas escuelas del barrio.
Estos proyectos de integración social buscan revitalizar esa cultura de convivencia y cooperación y dejar atrás décadas de segregación territorial, en que las familias de menores recursos fueron desplazadas hacia la periferia de las ciudades, lugares muchas veces carentes de servicios básicos como salud, educación, seguridad y además faltos de conectividad.
Jaime Romero Álvarez, subsecretario de Vivienda y Urbanismo