Muy larga ha sido la espera para concretar ese sueño que constituye la inconclusa Carretera de la Costa, cuyo objetivo final es unir la provincia de Concepción, en la Octava Región, con Valdivia, en la Región de Los Ríos, englobando pretensiones turísticas de primer nivel y afanes productivos de quienes habitan en su entorno.
Esta obra, desde un inicio considerada emblemática por las proyecciones que se esperan de ella, abre un mundo nuevo para visitantes y un abanico de opciones de emprendimientos a los habitantes de esos lugares, contando con atractivos notables y evidentes susceptibles de ser explotados.
En esta espera no estuvieron ausentes los inconvenientes e incluso hechos de violencia que fueron postergando los avances de la obra; es por ello motivo de satisfacción que hoy se vislumbre el término de los trabajos interrumpidos y el inicio de una nueva realidad para el sector costero.
Hoy resta asfaltar sólo 34 kilómetros, todos en La Araucanía, desde Tranapuente al límite con la Octava Región, en la comuna de Tirúa, para hacer realidad este antiguo esfuerzo de conectividad que hace a La Araucanía mirar hacia el mar, con todas las posibilidades que ello significa. Abre, asimismo, una nueva ruta entre ambas regiones, con gran beneficio para quienes deban dirigirse desde Arauco y Concepción hacia el sur, evitando acceder a la Ruta 5 Sur vía Cabrero.
Más allá de las implicancias turísticas, conviene -y mucho- rescatar el provecho que ha de representar para las comunidades y todos quienes viven en las cercanías el contar con una conectividad de primer nivel para el traslado de sus producciones y locomoción colectiva rápida y eficiente, sin descontar las opciones turísticas, mejorando sus condiciones de vida hoy tan postergadas, en parte precisamente por su lejanía del centro regional.
Esta ruta mirando al mar seguramente se abrirá a otras proyecciones, tanto más al sur como hacia el norte de la región penquista, de modo de articular esta alternativa de la Ruta 5 Sur a nivel país.