Estamos en el tramo final del camino hacia las elecciones municipales, que los chilenos deberemos enfrentar el próximo domingo 23 de octubre. Esta cuenta regresiva hace pensar que subirá la intensidad de los mensajes con que los candidatos a alcalde y concejal hagan llegar a la ciudadanía.
Todo este escenario es habitual en todo proceso similar en desarrollo bajo los principios de la democracia, pero en sociedades como la nuestra aparecen situaciones que cuesta entender, porque en los afanes de conquistar simpatías ciudadanas algunos postulantes a estos cargos de elección popular abusan de la descalificación y el insulto hacia sus adversarios, destacando pugnas que a veces son decididamente absurdas, contraproducentes y hasta groseras.
Dentro de este esquema está el ya tradicional juego de la propaganda destruida, que invariablemente sigue con las acusaciones entre comandos. En todo caso, esto podría ser incorporado al folclor. No ocurre lo mismo cuando asoma la violencia a cargo de los brigadistas que participan en las diversas candidaturas. Ejemplos de estos actos hay por montones en el país. Afortunadamente nuestra Región, en esta oportunidad, ha estado bastante alejada de estas escenas de violencia y destrucción de propaganda.
También está el tema del abuso publicitario, aunque en esta elección se reguló de manera importante con las nuevas restricciones que ofrece la ley electoral.
Faltando cinco días para que se desarrolle el proceso electoral municipal, cabe de esperar que el tiempo transcurra tranquilamente, sin mayores alteraciones. En estricto rigor, el comportamiento de los candidatos de las 32 comunas de La Araucanía y sus colaboradores ha sido tranquilo. Salvo casos aislados, no se conocen de grandes conflictos, lo que habla bien de espíritu que se vive en la Región, que ojalá se mantenga en estos últimos días de campaña.