El verano suele ser la única época del año en que, por las razones que fuere, el promedio de los ciudadanos se da a la tarea de visitar algunos libros. Por lo común no se trata de obras de espesura literaria (¿las lee alguien -con las debidas excepciones- que no sea un operador de la literatura?), sino ante todo de best sellers de distinta suerte y de textos a la moda, como por ejemplo aquel que recomienda bajar de peso engullendo mantequilla al desayuno en cantidades de infarto.
Pero a este fenómeno, acaso predecible, es preciso agregar que, a lo menos en lo que a Temuco respecta, hay señales auspiciosas de que el hábito lector se puede diversificar. Una de ellas es la reciente aparición de Cagtén Ediciones, una editorial asociada con la librería del mismo nombre (Prat 72-A), que acaba de publicar cuatro libros distribuidos en todo el país: tres ensayos autobiográficos hasta ahora inubicables y que apelan a temas regionales y de crónica histórica ('Los Araucanos', de Edmond Reuel, 'Sublevación en La Araucanía en 1881', de José del Carmen Alderete y 'Memorias de la Campaña a Villarrica 1882-1883', de Francisco Subercaseaux), y el poemario bilingüe 'Epu Zuam', del poeta mapuche Leonel Lienlaf (1969), que fuera presentado en la UFRO hace unas semanas ante un marco de público inusual. Otra señal auspiciosa es la llegada perentoria de la sucursal Temuco de la importante librería Que Leo, caracterizada por su ponderable oferta de textos literarios, no necesariamente superventas (es un decir), en sus ingentes vitrinas. A ello debemos sumar la presentación en enero del notable 'Conversaciones con Sergio Meier', del concertista y académico de la UCT, Carlos Lloró (Camagüey, Cuba, 1970), volumen editado por la Universidad de Valparaíso bajo la tutela de Cristián Warnken, que rescata la obra y el aura de un escritor, científico (ecuaciones mediante), traductor y cabalista de genio que nunca cultivó la fama, "ese reflejo de sueños / en el sueño de otro espejo" (Borges) y desencarnó en su natal Quillota a los 43. Es bien sabido, a nivel de la neurofisiología, que leer pone en juego un importante número de procesos mentales, como la percepción, la memoria y el razonamiento. Asimismo, pone un freno entre el pensamiento y la acción, y desarrolla -sobre todo la lectura de textos literarios- una empatía que, a estas alturas del vértigo, se hace necesaria hasta lo melodramático.
Luis Marín, periodista y escritor