El Evangelio dirigiéndose a los cristianos instruye "que cada persona esté sujeta a las autoridades gobernantes. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen han sido instituidas por Dios". Al parecer deberíamos aceptar todo lo que las autoridades determinen. Algunos piensan que por tanto deberíamos apoyar al gobierno cuando está promoviendo, como hoy en día, agendas contrarias a la Palabra de Dios. El asunto, sin embargo, tiene un elemento clave y no menor. La Biblia se refiere a las autoridades. La pregunta que debemos hacernos entonces es, ¿quién es o tiene autoridad a los ojos de Dios? Autoridad, según James Hunter es conseguir que la gente voluntariamente haga lo que una persona quiere, debido a su influencia y para el bienestar de los demás. Pero Hunter va más allá y discrimina el hecho de que a muchos de quienes les asumimos autoridad, en realidad no la tienen, sino que lo que tienen es poder. Pero entonces, ¿Qué es poder? Es la capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque preferiría no hacerla, haga la voluntad de aquel que tiene posición o fuerza.
Y es eso lo que hoy vemos, con una Mandataria que no logra superar el 20% de apoyo, un Gobierno que no tiene credibilidad y una clase política totalmente desacreditada, todos quienes sin tener autoridad moral hacen lo que quieren, gracias al poder que lograron, imponiendo así a toda la sociedad sus agendas, las cuales incluyen aspectos tan pérfidos como el aborto que digan lo que digan es asesinato de un débil e indefenso ser humano; la "liberación" de los niños de la tutela de sus padres para "moldearlos" a su antojo, creando así una nueva generación de niños sin identidad; y la invención de nuevas ideas de familia que atentan directamente con la establecida no sólo en la Biblia, sino en la misma historia de la humanidad. Los demás aspectos de la agenda gubernamental no están muy claros, pero en estos mencionados, no existe ninguna duda que no se escuchará a nadie, y allí la democracia no valdrá un centavo, pues usarán su poder, así como lo hizo el gobierno colombiano, el que impuso un "acuerdo de paz" (incluyendo esos mismos elementos mencionados más arriba), y que pese a haber sido rechazado por la mayoría fue impuesto al final por quienes detentan el poder. Para nosotros los cristianos, la diferencia es abismal pues vemos que nuestro Señor Jesús no impuso su poder, sino que basó toda su vida y enseñanza en su autoridad, la cual dos mil años después permite a la iglesia seguir siendo una luz en medio de la oscuridad.
Andrés Casanueva, pastor anglicano