El debate es eterno, pero hay verdades patentes que deben considerarse al momento de analizar la veracidad del cambio climático en el mundo y en nuestra zona. Y también de la alteración que el hombre pueda estar causando y que en el mejor de los casos, sólo estaría acelerando los ciclos naturales que por millones de años ha tenido la Tierra.

Y este es el debate en el que están embarcados los científicos y que aún no existe un acuerdo internacional, más allá del convenio de París, en el que 175 países, se comprometieron a reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

En síntesis, no son concordantes las visiones de que algunas variaciones climáticas son propias de un cambio global, sino que son situaciones puntuales que se aplican por la agresividad o menor intensidad de fenómenos como la corriente de El Niño.

Lo cierto es que hay algunas situaciones que antes no se vivían en el país y en el mundo y que científicos le encuentran explicación en el cambio climático y la acción antropogenia.

Independiente de la válida discusión científica hay ciertos aspectos que nos hacen pensar que un comportamiento del clima que empezamos a ver hace un poco más de una década, ya se ha transformado en una actividad habitual.

En La Araucanía en las últimas semanas hemos presenciado una mayor agresividad de las lluvias y vientos. Así también hemos visto máximas de temperaturas no habituales en verano, lo que es indicativo de ciertos cambios que deben ser asimilados por la comunidad. Principalmente para prevenir y estar preparados para situaciones de emergencia con factores climáticos.

De hecho la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), a nivel país y regional está modificando sus planes preventivos incorporando estas nuevas realidades climáticas.

Situaciones impensadas, pero que exigen tener una nueva mirada de nuestro clima.

Comienzo estas palabras reconociendo dos cosas: primero, no pareciera un título normal para una columna como ésta; segundo, no es un tema que normalmente se aborde en estos ámbitos. No obstante, hemos de reconocer que el fútbol ha cobrado especial relevancia en nuestro país en los últimos años (con dos copas internacionales logradas en el último tiempo y una destacada participación de nuestra selección adulta). Ya no hablamos de "eliminatorias", sino de "clasificatorias".

Precisamente esta semana tenemos un nuevo goleador histórico a nivel de selección adulta. Si señores, es de esto que quiero hablar, de jugar con pasión defendiendo los colores de mi equipo amado, de sentir la alegría de un gol tuyo le dé el triunfo a tu escuadra, llegar a fin de año a jugar el partido más importante de mi vida... ¡Cuántas veces lo viví!, eso fue lo que experimenté y conocí como la máxima expresión de jolgorio.

¿Pero sabe qué? Jesús fue un experto en llevar de lo conocido a lo desconocido. Si el deporte desata cierto jolgorio en los que nos gusta el fútbol, los que hemos conocido a Cristo hemos experimentado la vida hecha gozo permanente.

El "jolgorio" más grande fue sabernos verdaderamente libres.

Gozo es lo que el hombre anhela, lo que busca y lo encuentra cuando da con Dios. Dios es el autor del verdadero gozo, como de toda buena dádiva.

Es decir, al estar en su soberana voluntad no nos sentimos complacidos solamente con "buenos resultados", porque entendemos que toda la vida del ser humano cuando está en las manos de su creador, es gozo permanente, que no depende de las circunstancias de la vida, sino que es independiente de ellas. ¡Eso es el partido más importante en la vida del ser humano! La Biblia dice "…el gozo del señor es vuestra fuerza" (Nehemías 8:10b).

En las más de 70 referencias al gozo en el Nuevo Testamento vemos que el gozo es importante para Jesús. Durante la cena de la Pascua que compartió con sus discípulos poco antes de su crucifixión Jesús describió la relación especial que tendría con sus discípulos si ellos permanecían en él y en su amor. Jesús terminó esta sección de su enseñanza con estas palabras: "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido" (Jn 15:11).

Jesús quería que sus discípulos conociesen el gozo de la comunión con él, un gozo al máximo.

Juan Fuentes Vásquez, Consejo Regional de Pastores de La Araucanía

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