Sistema Binominal
A mediados del 2015, la Presidenta Bachelet promulgó la ley que sustituyó el sistema binominal, y en dicha ocasión sostuvo: "Hoy es un gran día para la democracia, hoy hemos dejado atrás la condena del sistema binominal que por tanto tiempo limitó a nuestra representación política".
Después de la primera elección con sistema proporcional, los chilenos nos pudimos dar cuenta que la Presidenta nuevamente le mintió al país: fueron electos diputados con el 1% de los votos, dejando fuera a personas con votaciones muchísimo mayores. Ejemplo de esto fue lo que pasó en el distrito 10, donde la votación de Giorgio Jackson de Revolución Democrática permitió arrastrar a sus dos compañeros de lista; Natalia Castillo y Gonzalo Winter, quienes serán parlamentarios con un 1,02% y 1,20% de los votos respectivamente.
Sumado a otros resultados, esa fuerza permitió al Frente Amplio convertirse en la coalición vencedora de la jornada. Claramente una ilusión, ya que con el sistema antiguo el Frente Amplio habría elegido 8 diputados y no 20 escaños como ocurrió. Por eso es que más que un aporte para la democracia como decía la Presidenta, parece ser que el nuevo sistema eleccionario es sólo un traje a medida para la izquierda.
Felipe Vogel
El poder de la palabra
En tiempos electorales vale la pena reflexionar sobre el titular de esta carta. Como unidad léxica de la lengua, la palabra es objeto de estudio de la Lingüística. Es la unidad mínima de significación que como hablantes poseemos para referirnos al mundo de las cosas, acciones y atributos. En el Génesis ya se destaca su valor al indicar el poder creativo desde la Divinidad. Clayton (2004) en "El Lenguaje de Dios" escribe que es el medio por el cual "el Creador proyectó los mandatos del Eterno". Así tiene el poder de curar, enfermar, enseñar, dañar, amar u odiar. Todo lo puede. Por lo mismo es que debemos siempre prestar atención a su uso más allá de las simples estructuras verbales.
La palabra debiera ser un prototipo de perfección musical en la armonía al pronunciarla convenciendo, felicitando, expresando acuerdo o desacuerdo y no convertirla en un arma de doble filo. Como hablante tenemos la responsabilidad de exaltarla elevándola hasta lo más alto, y no convirtiéndola en un infierno de difamación. Es el asiento del Ser, dice O. Uzcátegui (1999) en el "Hombre Absoluto" y debemos aprender a usarla para hablar de lo bello, justo y verdadero. De lo contrario éstas - las palabras - pueden llegar a convertirse en monstruos destructivos cuando una mentira se convierte en verdad o viceversa. Contienen un valor interno y otro externo: lo primero es lo que conocemos como significado, sustancia o contenido y hay que buscarlo en las dimensiones superiores del espíritu, por alguna razón en el campo del Derecho nos hablan del 'espíritu de la Ley; lo segundo es la forma (pronunciación o escritura) propia de las ciencias del lenguaje en el contexto de los usos.
Cuando hablamos tenemos el poder de seducir, convencer invocando una vivencia, imagen o experiencia, idea desde donde emana nuestra naturaleza psicológica. Las palabras pueden llegar a ser 'rosas igneas' de nuestras formas de pensar o sentir que chisporrotean entre los laberintos del entendimiento humano. Es lo que nos sucede cuando leemos el titular de un medio o una obra literaria. El poder del verbo polarizado negativamente, enfatiza Uzcategui, nos puede conducir a los brazos de la muerte.
Omer Silva Villena
Participación
Recientemente el Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana ICCS (por sus siglas en inglés), dio a conocer los resultados de su medición a los diferentes países evaluados. Este estudio busca conocer cuán preparados están los jóvenes de 8° básico para asumir su rol como ciudadanos. En Chile se aplicó a 5081 estudiantes, donde algunas conclusiones que este reporta son que existe bajo conocimiento cívico en comparación internacional, no obstante, nuestro país es el más preparado de Latinoamérica. Los estudiantes chilenos están en tercer lugar en la medición de los que confían en las redes sociales como medios de comunicación, los alumnos en la básica participan de los procesos eleccionarios en sus colegios, tanto en votar como en presentarse de candidatos en sus cursos, pero, ¿qué pasa en el camino?, la realidad cambia fuera de la escuela, donde el estudio señala que la participación política es menor al promedio, y obviamente el sentimiento transversal de desconfianza ciudadana no queda ajeno en los estudiantes, que respecto al estudio de 2009, estos presentan menos confianza en el Gobierno, el Parlamento y los tribunales de Justicia. Es urgente que no sólo desde el Estado se establezcan mecanismos educativos que tiendan a revertir la pasividad, siendo actores activos de la sociedad, sino también desde el hogar se fomente una cultura cívica, capaz de transmitir no solamente la importancia de ser actores de la sociedad, sino también realzar la labor de trabajar en pos de objetivos que apunten al bien común.
Eduardo Leiva Zumelzu