Amigos del Árbol: un legado que agradecer
Se debe poner atención en aquellos lugares donde existe un peligro potencial, manteniendo limpios los alrededores. Los domingos culturales en el Ñielol deberían ser un orgullo de tradición para cada uno.
La Sociedad Amigos del Árbol nace un 27 de enero de 1938 persiguiendo el propósito original de reunir a un grupo de distinguidos vecinos que sintió la necesidad de conservar la belleza del paisaje natural, conscientes de la importancia que el árbol tiene para la vida del Planeta y que tiende a perderse cuando la urbe moderna avanza, invadiendo paulatinamente el suelo que la rodea.
A medida que Temuco crecía, florecieron también las avenidas y centros comerciales. Fuimos testigos de cómo desaparecieron los espacios extensos para ceder lugar al nudo vehicular que hoy es pan nuestro de cada día. Y así es como el mal entendido desarrollo fue tomándose hasta los más insospechados rincones. En este escenario, aparece tal vez el último vestigio de lo que fuera la fértil vegetación de este territorio: el Cerro Ñielol. Desde la fundación de Temuco fueron numerosos los intentos que hicieron particulares para obtener su concesión y explotarlo con fines comerciales. Y fue gracias al cariño de sus habitantes y de la autoridad de ese entonces, que este emblemático cerro se salvó una y otra vez.
Dirigir el trabajo de defensa del cerro se transformó en un imperativo y fue entonces que un grupo de prohombres decidió agruparse y conservar este reducto. Desde aquel entonces han pasado 80 años y hoy, es otro grupo de hombres buenos los que se esmeran por mantenerlo intacto en su natural belleza. El camino lo abrió Luis Picasso y en adelante han sido cientos los que han pasado por esta agrupación.
El corazón generoso y fraterno de la Sociedad de Amigos del Árbol pensó en todas esas futuras generaciones y les dio la posibilidad de preservar este monumento y convertirlo en un paseo. Hoy, 80 años después, es tiempo de reconocer su legado.
Acompañemos a los Amigos del Árbol, enorgullezcámonos de su larga historia. Los Domingos Culturales en la cumbre del Ñielol, otro de sus sellos, deberían ser un orgullo de tradición para cada uno. Atesoremos lo que es nuestro. Participemos con entusiasmo y construyamos entre todos nuevas alternativas para Temuco. El acceso es liberado para todos. Cada domingo hasta el último de febrero, sigamos regando con amor esa semilla sembrada hace tantos años por espíritus adelantados que pensaron en la protección y conservación del medioambiente cuando nadie lo hacía. Por eso y más, felicidades Sociedad Amigos del Árbol.
Verónica López-Videla Pino
Periodista