Cada día cobra mayor importancia la búsqueda y explotación de energías alternativas, ante el creciente descontento de las respectivas comunidades a los proyectos tradicionales, incluyendo los hidroeléctricos de pasada, como ha ocurrido en La Araucanía.
Un claro ejemplo es lo que ocurrió la semana pasada, cuando por unanimidad fue rechazada por la Comisión de Evaluación Ambiental de La Araucanía la construcción de una central hidroeléctrica de paso en el río Truful-Truful, en Melipeuco.
Todos pretenden tener recursos turísticos suficientes como para sustentar buena parte del crecimiento local y ante ello nace la oposición a las iniciativas energéticas, que podrían perjudicar esos afanes.
Cualquier proyecto, del tipo que fuere, altera en alguna medida el paisaje, la flora o la fauna, y el objetivo debe buscar el menor impacto posible y/o el aprovechamiento de recursos disponibles en el lugar que no atenten en contra de la calidad de vida de las personas.
En el mundo crece fuertemente el aprovechamiento del viento para tales fines, incluso en el mar. La Araucanía, siguiendo los estudios técnicos, dispone de sectores apropiados,como en Collipulli o Victoria, donde la Comisión Ambiental ha aprobado millonarios proyectos eólicos y termoeléctrica de biomasa para aprovechar desechos agroforestales que en la región son abundantes y que llegan a convertirse en un problema.
Es una señal que este tipo de proyectos reciban apoyos, lo que significa que el trabajo ambiental previo ha sido bien hecho y que habrá beneficios diversos para la comunidad, como trabajo provisional permanente y una rebaja sustantiva en las cuentas eléctricas de los hogares de Victoria.
Estas iniciativas ponen en buen pie a la Región -junto a otras- en el avance a tecnologías amigables. Pronto se espera sumar el aporte energético de la cordillera gracias a la riquísima geotermia, también con inversiones de muy alto nivel y empleando un recurso renovable en zonas donde no hay daño alguno a asentamientos humanos.