Hugo Soto Cárdenas
Una celebración muy especial será la de este sábado en Boyeco 0490, en la población Villa Carolina. Y es que hasta la pequeña vivienda del sector Pedro de Valdivia se espera la llegada de una gran cantidad de personas, de las más diversas edades, para festejar nada menos que los 104 años del patriarca de la familia, don Emiliano Matamala Espinoza, por lo que deberían estar presentes -apagando la multitud de velas de la torta- buena parte de sus 7 hijos (tuvo 10, tres fallecieron), 15 nietos, 27 bisnietos y 4 tataranietos.
La fiesta se realizará un día después de su fecha de nacimiento real -20 de abril- con la finalidad de darle tiempo a sus familiares a viajar desde distintos puntos del país y del extranjero, ocasión en que se cumplirá uno de los deseos expresados por este centenario vecino temuquense: comer un asado al palo.
"Yo creo que he vivido tanto porque siempre he comido sano, desde que vivía en el campo hasta hora, pero tenía ganas de comerme un asadito para mi cumpleaños", dice don Emiliano, quien debe movilizarse con un andador producto de una artrosis. Aparte de ello, sólo una leve sordera delata el siglo y 4 años que ostenta su carné.
De 1914
El 20 de abril de 1914 -año en que se inició la Primera Guerra Mundial- nació en la zona rural de Nueva Imperial don Emiliano Matamala, en el seno de una familia extensa, como era la característica de inicios del siglo pasado.
Pocos años estaría don Emiliano en Nueva Imperial.
"Mi familia se trasladó a Cholchol, yo tenía 5 años, y allá estuve hasta los 10. Yo era chico cuando nos vinimos a Temuco, me acuerdo que anduvimos por muchos campos, porque en ese tiempo no habían edificios como ahora", cuenta el centenario vecino de Pedro de Valdivia.
En 1924 -asegura Emiliano Matamala- la mayoría de las ciudades cabezas de comuna eran más campo que ciudad, y lo mismo ocurría con Temuco. "Esta población donde vivo ahora (Pedro de Valdivia) no existía, esto era puro campo, la ciudad de Temuco era mucho más chica, me acuerdo del tren, había harto movimiento en la estación, harto carretón. Todo era más pobre".
Nora Matamala, hija menor del centenario vecino, es la encargada de llenar las lagunas de la historia.
"Mi papá nos contaba que después que llegó con su familia a Temuco, cerca de donde hoy es Chivilcán, que por esa época era pura pampa. Hizo mucho trabajo en los campos cercanos, fue lo que se llamaba en esos tiempos el mozo, cuidaba el ganado, andaba a caballo, le servía a los dueños del fundo", relata la hija.
"Yo iba desde Temuco hasta Quepe a caballo", agrega Emiliano Matamala, quien precisa que "en esa época todo se movía así, no había autos casi, me acuerdo que la gente tomaba dos trenes, uno a Cholchol y otro a Villarrica... Después estuve trabajando en Loncoche, en la localidad de La Paz, donde a pura hacha cortaba madera para hacer los durmientes para la línea del tren".
Matrimonio
Cuando don Emiliano tenía 24 años se casó con Albertina Durán, de actuales 96. Con ocho décadas de matrimonio, ambos aseguran que siguen felices, aunque reconocen que ha sido una vida con muchos altibajos.
"Yo tenía 17 años cuando me casé con Emiliano, en esos tiempos uno se casaba jovencita", rememora Albertina Durán, quien agrega que "ha sido un matrimonio muy bueno, recorrimos hartas partes, criamos 10 hijos, tres de ellos ya fallecieron".
Cumpleaños
La celebración por los cien años de don Emiliano -cumplidos en 2014- se realizó en la sede de la población. Esta vez, la misma casa de Villa Carolina será el escenario para el asado y la torta.
"Vamos a tener que sacar los muebles para recibir a tanta familia", dice Nora Matamala. "Todavía no sabemos si vamos a ponerle una vela con numeritos o nos atrevemos a ponerle 104 velas a la torta".