El excesivo consumo de bebidas alcohólicas sigue siendo un problema en la Región. Especialmente cuando este fenómeno se da en personas que conducen, lo que a pesar de estar estrictamente prohibido por la ley, sigue ocurriendo, y lo que es peor, provocando tragedias que enlutan a familias de La Araucanía.

Sin ir más lejos, los controles de Carabineros indican que la mayoría de los conductores que son detenidos en la Región es porque guían sus vehículos en estado de ebriedad.

Así también la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de estudios que sostienen que en el país se ingieren 9,6 litros de alcohol por persona, lo que posiciona a Chile como la nación más consumidora de Latinoamérica.

Esta realidad debe ser un llamado de atención no sólo para las autoridades encargadas de elaborar y aplicar las políticas públicas tendientes a minimizar los efectos de este flagelo, sino también para las familias, que son los principales núcleos que deben velar por el desarrollo íntegro de quienes la integran, especialmente de los más pequeños, toda vez que se sabe que la edad de inicio en el consumo del alcohol es a los 13 años, una edad donde todavía el cerebro está en proceso de maduración y se ve afectado por este consumo temprano, generalmente incitado por el grupo de pares.

Por ello que se hace necesario redoblar los esfuerzos para revertir estos números, los que deben enfocarse de forma multidireccional, de manera de realizar intervenciones que en el largo plazo generen efectos positivos, entre los que se hallan la intervención en los valores familiares, el reforzamiento en la atención para la prevención y también un cambio en los parámetros de las políticas públicas relativas a esta materia. Sólo de esta forma se podrá en el mediano plazo generar una real toma de conciencia entre quienes ingieren alcohol y realizan actividades vedadas donde ponen en riesgo su vida y la de los demás.

No es suficiente saber que Dios existe; no nos llena la vida un Dios resucitado pero lejano; no nos atrae un Dios distante, por más que sea justo y santo. No, tenemos también la necesidad de "ver a Dios", de palpar que él resucitó, resucitó por nosotros. ¿Cómo podemos verlo? Como los discípulos, a través de sus llagas. Al mirarlas, ellos comprendieron que su amor no era una farsa y que los perdonaba, a pesar de que estuviera entre ellos quien lo renegó y quien lo abandonó. Entrar en sus llagas es contemplar el amor inmenso que brota de su corazón. Este es el camino. Es entender que su corazón palpita por mí, por ti, por cada uno de nosotros. Podemos considerarnos y llamarnos cristianos, y hablar de los grandes valores de la fe, pero, como los discípulos, necesitamos ver a Jesús tocando su amor. Sólo así vamos al corazón de la fe y encontramos, como los discípulos, una paz y una alegría que son más sólidas que cualquier duda. Para experimentar ese amor, se necesita dejarse perdonar. Podemos pensar: "Soy cristiano desde hace mucho tiempo y, sin embargo, en mí no cambia nada, cometo siempre los mismos pecados". Entonces, desalentados, renunciamos a la misericordia. Pero el Señor nos interpela: "¿No crees que mi misericordia es más grande que tu miseria? ¿Eres reincidente en pecar? Sé reincidente en pedir misericordia, y veremos quién gana". Además -quien conoce el sacramento del perdón lo sabe-, no es cierto que todo sigue como antes. En cada perdón somos renovados, animados, porque nos sentimos cada vez más amados, más abrazados por el Padre. Y cuando siendo amados caemos, sentimos más dolor que antes. Es un dolor benéfico, que lentamente nos separa del pecado. Descubrimos entonces que la fuerza de la vida es recibir el perdón de Dios y seguir adelante, de vergüenza en vergüenza, de perdón en perdón. Esta es la vida cristiana. Pero cuando nos confesamos acontece lo inaudito: descubrimos que precisamente ese pecado, que nos mantenía alejados del Señor, se convierte en el lugar del encuentro con él. Allí, el Dios herido de amor sale al encuentro de nuestras heridas. Y hace que nuestras llagas miserables sean similares a sus llagas gloriosas. Existe una transformación: mi llaga miserable se parece a sus llagas gloriosas. Porque él es misericordia y obra maravillas en nuestras miserias. Pidamos la gracia de reconocer a nuestro Dios, de encontrar en su perdón nuestra alegría, de encontrar en su misericordia nuestra esperanza. Una sociedad en donde no hay lugar al perdón, se vuelve inhumana y violenta.

Héctor Vargas Bastidas Obispo de Temuco

En 100% aumentó su potencia la CGE

La Empresa General de Electricidad (CGE) aumentó en un 100% la potencia en la zona, esto como una forma de satisfacer la demanda provocada por la expansión de la industria y el comercio en la zona. La empresa se encontraba preparada para este incremento en la demanda tras un estudio realizado en 1975.

Grupo Fischer pide 117 días para terminar el casino

La administración del Grupo Fischer, concesionaria del Casino de Juegos de Temuco, le solicitó a la Superintendencia de Casinos, una prórroga de 117 días para terminar la construcción del edificio en Avenida Alemania. La demora se debe a la aprobación del Proyecto de Evaluación Impacto Ambiental.

40 camiones quemados y ningún detenido

Preocupación e indignación es lo que expresan los dirigentes del transporte en La Araucanía, ante el sustantivo aumento de los ataques incendiarios: ya van 40 camiones quemados en la Región y no hay ningún detenido, sostienen. Durante el 2016 fueron quemados 60 máquinas en diversos sectores de La Araucanía.