Luego del anuncio por parte del gobierno sobre el futuro Desarrollo Inclusivo, que contempla la futura inversión nacional y atracción de inversión internacional para el desarrollo de áreas estratégicas en la región (turismo, energía y reconversión agrícola), cabe preguntarnos ¿qué tipo de impacto socio-económico necesitamos de esas inversiones?
En una región sumamente empobrecida como la nuestra, con un alto volumen de contaminación y con un complejo conflicto rural, se hace imprescindible que las inversiones futuras en materias estratégicas tengan un impacto positivo no sólo económico sino también social. En este sentido, las futuras empresas deberán entender que el contexto cultural de la Región es uno de corte multicultural, coexistiendo distintas micro-culturas con diferentes intereses, inquietudes y cosmovisiones. Frente a ello, las empresas que tendrán éxito en la Región no serán las que cuentan con más recursos o capital necesariamente, sino, las que aborden el concepto de cultura en su gestión y con ello, sepan negociar e involucrar a estas micro-culturas en sus esquemas de proyectos e impactos. Por ello, el concepto Responsabilidad Social Empresarial queda corto hoy en día, ya que la comunidad que circunda la empresa no sólo espera que tenga acciones de mitigación en la triple bottom line: social, económico y medio ambiental, sino que también exige una involucración como protagonistas de un desarrollo inclusivo.
Actualmente, diversas empresas y multinacionales a nivel internacional están comenzando a incorporar el concepto de impacto social en sus estructuras de gestión, ya no como un concepto de mitigación sino más bien como un concepto proactivo. Dichas empresas obtienen mejor rentabilidad que aquellas que no lo hacen (Apple, Google, Walmart, Toyota, Volvo, Airbnb, entre otras).
En resumidas cuentas, la Región de La Araucanía sí necesita mucha inversión, pero esta inyección económica no debe olvidar que el suelo donde se va a radicar no sólo tiene riqueza natural (hídrica), riqueza turística (paisajes y cuencas hídricas), riqueza agrícola, sino también una riqueza cultural compuesta por diversos grupos. Por ello, hoy en día la ética vuelve a ser un concepto puntal para la sobrevivencia de diversos actores en varias materias, una de ellas es la ética económica y empresarial. En relación a lo último, las empresas deben tener presente la premisa de Darwin: "Aquellos miembros con características mejor adaptadas al medio ambiente sobrevivirán con mayor probabilidad, y las que presentan características menos adaptadas, morirán con mayor probabilidad".
María Elena Bello Merino cientista política, directora de la Oficina de Inclusión,
Universidad Autónoma de Chile