Muchos de nosotros somos seres pertenecientes a dos siglos, el XX y el XXI, por ello no entendemos y estamos desconcertados con muchas realidades que están ocurriendo en este planeta en el que vivimos. Discutimos lo de las minorías sexuales, matrimonios entre personas del mismo género, uno hará de mamá otro de papá, aborto libre que matará criaturas humanas de 24 semanas, sobre esto grupos de mujeres sostienen que el Estado no puede obligarlas a ser madres, en ello tienen razón, pero no tienen derecho a matar a quienes no pueden defender su derecho a la vida, ahora comienza el debate de la eutanasia, peligroso debate, cómo, cuándo y quién recurrirá a ello, sobre esto recuerdo que no hace mucho tiempo un exministro japonés sostuvo que para evitar el envejecimiento de la población, los viejos debían morir. El planeta en el cual vivimos ha enfrentado en su desarrollo 3 revoluciones, la revolución cognitiva que marcó el inicio de la historia hace unos setenta mil años, la revolución agrícola la aceleró hace unos doce mil años y ahora tenemos la revolución tecnológica en sus débiles inicios. Y se nos vendrá muy pronto la revolución biológica. Pero todo esto grandioso que no nos haga olvidar de dónde venimos. Nuestra fundamental ventaja de ellos es que somos capaces de conectarnos, comunicarnos, intercambiar experiencias con millones de seres humanos mientras que nuestros antecesores los monos y los chimpancés sólo pueden hacerlo con no más de diez de su estirpe.
Durante casi 4 mil millones de años todos y cada uno de los organismos sobre el planeta evolucionaron sometidos a la selección natural, ni uno sólo fue diseñado por un creador inteligente. Hoy día en esta civilización que a algunos nos confunde y atemoriza en todos los laboratorios del mundo, los científicos están manipulando seres vivos genéricamente quebrando con impunidad las leyes de la selección natural. Después de cuatro mil millones de años de selección natural nos encontramos en los albores de una nueva era cósmica en que la vida será regida por el diseño inteligente. Lo que confunde es que el ser humano, puede cambiar las leyes de la vida, lo que es factible creando seres absolutamente inorgánicos y con inteligencia artificial. No todo es sorprendente y tal vez difícil de entender hace algo así como setenta años atrás el promedio de vida era entre 30 y 40 años ahora se sabe que los niños que nacen hoy tendrán un promedio de vida superior. El ser humano del futuro al crear vida será ¿Un hombre Dios?
Roberto Muñoz Barra Exsenador y presidente Instituto Estudios Públicos Social Demócrata