La idea de un corredor bioceánico entre Chile y Argentina que contemple La Araucanía no es nueva. Tal corredor, al que también podrían acceder Brasil y Paraguay, se iniciaría en el puerto argentino de Bahía Blanca, cruzaría algunas provincias trasandinas, llegaría al paso fronterizo de Pino Hachado, en territorio nacional, seguiría hasta Lonquimay y Curacautín, y concluiría en un puerto seco emplazado en la ciudad de Victoria. Desde ahí, el traslado de carga se haría por la Carretera 5 hasta un punto de recalado naviero en las regiones de Valdivia o Biobío.
Los esfuerzos por concretar este proyecto ferroviario, aún muy preliminar, deberían intensificarse, pues implicaría grandes beneficios para La Araucanía no sólo en cuanto a transporte de carga, sino también en lo relativo a traslado de pasajeros y, lo que es de gran importancia, en lo referido a promoción y aumento del turismo, actividad que representa una promisoria opción de desarrollo para nuestra región.
El puerto seco de Victoria significaría para sus usuarios realizar allí los trámites aduaneros y de policía internacional, de tal manera que la carga en tránsito llegaría al Pacífico en condiciones de ser directamente embarcada hacia sus puntos de destino. Esto descongestionaría los puertos chilenos e implicaría para los usuarios del corredor, incluidos los chilenos, rebajas de costos de hasta un 30% y 20 días menos de navegación. A su vez, para Victoria se traduciría en un considerable incremento de personas y vehículos en tránsito, con todo lo que eso representa en satisfacción de múltiples necesidades y, por ende, en crecimiento de la actividad económica local y regional. El plan conocido como Impulso Araucanía contempla esta iniciativa cuando plantea, por ejemplo, el mejoramiento de caminos y carreteras, lo que significa una conectividad eficiente y segura entre las ciudades y localidades de la Región y, como corolario, el término de las verdaderas fronteras interiores que surgen de las deficientes o inexistentes comunicaciones viales, las que afectan mayormente a la población rural y más vulnerable de la zona. Es lamentable, y debemos reconocerlo hidalgamente quienes formamos parte de las coaliciones que gobernaron Chile por casi cinco lustros, que en ese tiempo no se haya puesto en esta iniciativa todo el empeño que amerita. Sin embargo, eso no debe ser hoy motivo para obstaculizarla, pues como dijo el Papa Juan Pablo II en su visita a Chile: "Los pobres no pueden esperar". Y tampoco puede seguir haciéndolo La Araucanía.
Roberto Muñoz Barra Exsenador y presidente del Instituto de Estudios Públicos Social Demócrata