El operativo del "Comando Jungla" de Carabineros que terminó con la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca Marín (24) por un impacto de bala en su cabeza, fue gatillado por un llamado telefónico que alertó de un robo con intimidación a tres profesoras de la escuela Santa Rosa del sector Quechereguas, de la comuna de Ercilla, a las 16:15 horas del miércoles.
Una de las tres profesoras que fueron víctimas del robo de sus vehículos habló con el periodista Daniel Matamala de CNN Chile, en una entrevista que se puede encontrar de manera íntegra en la página web www.cnnchile.com.
Dentro del relato entregado, la profesora dice sentirse "culpable" de lo que ocurrió con el joven nieto del lonco de la comunidad Temukuikui Tradicional, quien será sepultado hoy en el mismo sector rural.
El relato
La profesora, cuya identidad no fue revelada por motivos de seguridad, comenzó relatando que el miércoles salieron un poco más temprano" de lo normal y emprendieron retorno en caravana, algo que siempre hacían porque el camino es "malísimo".
"Nos encontramos que el camino es angosto, estaba una barricada con un árbol cortado, con alambres de púas y una estaca, pasar por encima era imposible y no era la primera vez que nos ocurría a nosotros (...) pero como nosotros sabíamos que en la comunidad no pasaba nada, estaba tranquila. Yo jamás pensé que iba a pasar esto, jamás", relató.
"Entonces yo le dije a mi colega "ya, bajémonos a sacarlo". Yo estaba en el asiento, iba manejando, lista para bajarnos, cuando aparece del lado derecho un joven, un sujeto encapuchado gritándonos muy feo con mucho garabato (...) al final le pasé las llaves, nos bajamos con mi colega, nos tiraron al suelo... y me empuja para que bajáramos la cabeza", relató.
Armas y culpas
La docente dijo que fueron cuatro los encapuchados que los atacaron, y que uno de ellos andaba con una escopeta que parecía hechiza, en tanto que otro andaba con un hacha.
Fue en Collipulli, cuando estaban constatando lesiones, cuando se enteró que había un joven mapuche muerto por una herida a bala en la cabeza.
"Yo me sentí tan mal. Yo lloraba, lloraba, lloraba, porque yo sentía que por mí culpa, yo me sentía muy culpable, estuviera pasando todo esto. Yo no tenía la dimensión de qué había ocurrido, de tanta cosa", dijo.
"Yo vi cuando llamamos a Carabineros, cuando llegaron dijeron que habían ido a buscar nuestros autos, pero era eso. Ellos fueron a buscar nuestros autos. Y de ahí vimos que estaban esperando, no sé, pero salieron comuneros de todas partes a disparar... Allá todos los días hay tipos de guerrilla", sostuvo.
"Escuchamos de nuestra escuela todos los días disparos, todos los días. Y gritos para allá y para acá, el helicóptero… entonces ya estamos acostumbrados. Pero siempre era como "en el otro lado", no era acá, a nosotros. Hasta los niños ese día, decían "tía no queremos que nos llegue una bala loca". "No", les decía yo, "no va a llegar una bala loca. ¿Tienen susto? Entonces vayámonos para adentro", les decía. Sentir esto, la impotencia que nosotros vivimos, la rabia, incluso hasta vergüenza", finalizó diciéndole al periodista de CNN Chile, Daniel Matamala.